Fondare 886 Risultati per: David huye

  • David fue con sus hombres a Queilá, atacó a los filisteos y los derrotó. (1 Samuel 23, 5)

  • Cuando le comunicaron a Saúl que David había entrado en Queilá, dijo entonces: «Dios lo ha entregado en mis manos, pues él mismo se ha encerrado en una ciudad con puertas y cerrojos.» (1 Samuel 23, 7)

  • Llamó Saúl a todo el pueblo a las armas, para bajar a Queilá y cercar a David. (1 Samuel 23, 8)

  • Al saberlo David, llamó al sacerdote Abiatar, que lo había seguido, y le dijo: «Trae el efod.» Pues cuando Abiatar, que se había quedado con David, bajó con él a Queilá, traía también el efod. (1 Samuel 23, 9)

  • David rogó así a Yavé: «Oh, Dios de Israel, he oído decir que Saúl se dispone a atacar a Queilá por causa mía. ¿Es verdad esto? (1 Samuel 23, 10)

  • Y David insistió: «¿Es cierto que las autoridades de Queilá nos entregarán a Saúl?» La respuesta fue: «Sí, te entregarán a ti y a tus hombres.» (1 Samuel 23, 12)

  • Entonces David se marchó con sus seiscientos hombres. Salieron de Queilá y anduvieron errantes. Informado Saúl de que David había huido de Queilá, suspendió la expedición. (1 Samuel 23, 13)

  • David permaneció en los refugios del desierto. Luego se fue a los cerros del desierto de Zif; Saúl lo buscaba sin cesar, pero Yavé no se lo entregó. (1 Samuel 23, 14)

  • David tuvo miedo de Saúl, que lo andaba persiguiendo para quitarle la vida, por eso siguió viviendo en el desierto de Zif, en Jarsa. (1 Samuel 23, 15)

  • Jonatán, hijo de Saúl, fue donde David a Jarsa y le dio ánimo, recordándole las promesas de Dios: (1 Samuel 23, 16)

  • Renovaron ambos su pacto ante Yavé. David se quedó en Jarsa y Jonatán regresó a casa. (1 Samuel 23, 18)

  • Algunos de Zif habían ido a Guibea a decirle a Saúl: «David está escondido entre nosotros, en los refugios de Jarsa, en el cerro de Jaquila, que está al sur del desierto. (1 Samuel 23, 19)


“O Senhor sempre orienta e chama; mas não se quer segui-lo e responder-lhe, pois só se vê os próprios interesses. Às vezes, pelo fato de se ouvir sempre a Sua voz, ninguém mais se apercebe dela; mas o Senhor ilumina e chama. São os homens que se colocam na posição de não conseguir mais escutar.” São Padre Pio de Pietrelcina