Fondare 518 Risultati per: Dinero del Templo
«¿Por qué has dejado partir a mi hijo? ¿No era él el bastón para nuestras manos, el que iba y venía con nosotros? ¿Por qué ha de ser el dinero lo primero de todo? Es mejor perder todo y salvar a nuestro hijo. (Tobías 5, 19)
Visita a Gabael, entrégale el recibo y hazte cargo del dinero; invítalo también a la boda. (Tobías 9, 3)
Por otra parte, eres testigo del juramento de Ragüel, que no puedo quebrantar.» Rafael salió para Ragués de Media y se hospedó en casa de Gabael. Le presentó el recibo y Gabael le entregó todos los sacos de dinero que estaban sellados. (Tobías 9, 5)
pensó: «A lo mejor se entretuvo allá, o quizá haya muerto Gabael y no hay nadie que le entregue el dinero». (Tobías 10, 2)
Tobías entró muy contento, bendiciendo al Señor. Luego contó al padre el éxito de su viaje, cómo consiguió el dinero, y su matrimonio con Sara, hija de Ragüel, que venía ya cerca de las puertas de Nínive. (Tobías 11, 15)
Me ha devuelto sano y salvo, atendió a mi esposa, me guió para recuperar el dinero que tú habías prestado y sanó tu ceguera.» (Tobías 12, 3)
Dios te castigará por los pecados de tus hijos, mas de nuevo tendrá piedad de los hijos de los justos. Jerusalén, da gracias dignamente al Señor y alaba al Rey de los siglos para que de nuevo su Templo sea construido con alegría. (Tobías 13, 11)
pero Dios tendrá una vez más compasión de ellos, volverán a su país y edificarán el Templo, aunque no como el primero, hasta que se cumpla el tiempo. Entonces volverán todos del destierro, construirán una Jerusalén maravillosa y en ella la Casa de Dios, como lo anunciaron los profetas de Israel. (Tobías 14, 5)
tuvieron miedo y temblaban pensando en la suerte de Jerusalén y su Templo, (Judit 4, 2)
ya que hacía poco que habían vuelto del destierro; el pueblo de Judea acababa de reunirse y de consagrar de nuevo el Templo con su altar y su mobiliario después de ser profanado. (Judit 4, 3)
Los habitantes de Jerusalén, con sus esposas y sus niños, se arrodillaron ante el Templo, cubrieron de ceniza sus cabezas y extendieron las manos para rezar ante el Señor. (Judit 4, 11)
Cubrieron el altar de saco, y todos a una voz pidieron al Dios de Israel que no permitiera arrebatar a sus hijos y esposas, destruir sus ciudades y profanar su Templo. (Judit 4, 12)