Fondare 357 Risultati per: Enemigos

  • Pero los enemigos de tu pueblo, los que lo oprimieron, eran realmente insensatos, y merecían más lástima que pobres niños ingenuos. (Sabiduría 15, 14)

  • Cuando nuestros enemigos tenían hambre, sintieron asco ante el aspecto horroroso de los animales que les enviaste; tu pueblo, en cambio, después de una breve privación, disfrutó de un alimento exquisito. (Sabiduría 16, 3)

  • Era necesario que se castigara a los opresores con un hambre implacable, y que tu pueblo, en cambio, viera de qué manera eran torturados sus enemigos. (Sabiduría 16, 4)

  • Y allí una vez más mostraste a nuestros enemigos que eres tú el que envía cualquier castigo. (Sabiduría 16, 8)

  • Se parecía a la nieve, pero soportaba el fuego sin derretirse; mientras que por ese tiempo las cosechas de los enemigos eran presa de las llamas que ardían en medio del granizo: los relámpagos brillaban bajo la lluvia. (Sabiduría 16, 22)

  • Tu pueblo, pues, aguardaba el momento en que los justos serían salvados y sus enemigos, arruinados; (Sabiduría 18, 7)

  • En ese mismo momento le hacían eco los clamores confusos de sus enemigos, junto con los gritos lastimeros de los que lloraban a sus hijos. (Sabiduría 18, 10)

  • Una mala pasión pierde al que la tiene, lo convierte en el hazmerreír de sus enemigos. (Sirácides (Eclesiástico) 6, 4)

  • Hay amigos que se transforman en enemigos y que dan a conocer a todo el mundo su desavenencia contigo para avergonzarte. (Sirácides (Eclesiástico) 6, 9)

  • Mantente a distancia de tus enemigos y cuídate de tus amigos. (Sirácides (Eclesiástico) 6, 13)

  • Cuando a uno le va bien, sus enemigos se enojan; cuando tiene reveses, hasta su amigo lo abandona. (Sirácides (Eclesiástico) 12, 9)

  • Si te concedes lo que quieren tus pasiones, harán que de ti se rían tus enemigos. (Sirácides (Eclesiástico) 18, 31)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina