Fondare 329 Risultati per: Tribu de Simeón

  • que en aquel tiempo eran Ozías, hijo de Miqueas, de la tribu de Simeón; Jabri, hijo de Gotoniel, y Jarmí, hijo de Melquiel. (Judit 6, 15)

  • En Betulia vivía Judit, hija de Merarí, hijo de Idox, hijo de José, hijo de Oziel, hijo de Elcías, hijo de Ananías, hijo de Gedeón, hijo de Rafaín, hijo de Ajitob, hijo de Elías, hijo de Jilquías, hijo de Eliab, hijo de Natanías, hijo de Salatiel, hijo de Simeón. (Judit 8, 1)

  • Manasés, su esposo, de su misma tribu y familia, había muerto durante la cosecha de la cebada. (Judit 8, 2)

  • Es verdad que no se encontraría en nuestros días tribu, familia, pueblo o ciudad de las nuestras que se postre ante dioses hechos por mano del hombre, como sucedió en otros tiempos, (Judit 8, 18)

  • «Señor, Dios de mi padre Simeón, a él le diste una espada para castigar a aquellos extranjeros que violaron a una virgen ultrajándola, que desnudaron su cuerpo para su propia vergüenza y que profanaron su seno para su propia deshonra. Ellos hicieron eso, aunque tú dijiste: (Judit 9, 2)

  • Haz que toda nación y toda tribu reconozca que eres Dios, todopoderoso y fuerte, y que fuera de ti no hay otro protector para el pueblo de Israel.» (Judit 9, 14)

  • El segundo año de reinado del gran rey Asuero, a fines de marzo, tuvo un sueño Mardoqueo, hijo de Jaír, de la tribu de Benjamín. (Ester 11, 1)

  • Acuérdate de tu comunidad, que antiguamente adquiriste y rescataste para que fuera tu tribu y heredad con el monte Sión donde tú moras. (Salmos 74, 2)

  • Descartó luego a la tienda de José y no eligió a la tribu de Efraín, (Salmos 78, 67)

  • mas escogió a la tribu de Judá, a ese monte Sión al que amaba. (Salmos 78, 68)

  • Pero un tal Simón, sacerdote de la tribu de Bilgá, administrador del Templo, se enemistó con el Sumo Sacerdote porque decía que a él le correspondía la fiscalización de los mercados de la ciudad. (2 Macabeos 3, 4)

  • Dios elevó y consagró igual que a él a su hermano Aarón, de la tribu de Leví. (Sirácides (Eclesiástico) 45, 6)


“Queira o dulcíssimo Jesus conservar-nos na Sua graça e dar-nos a felicidade de sermos admitidos, quando Ele quiser, no eterno convívio…” São Padre Pio de Pietrelcina