Fondare 365 Risultati per: construcción del templo

  • Nosotros trabajamos con Dios y para él, y ustedes son el campo de Dios y la construcción de Dios. (1º Carta a los Corintios 3, 9)

  • ¿No saben que son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes? (1º Carta a los Corintios 3, 16)

  • Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él. El templo de Dios es sagrado, y ese templo son ustedes. (1º Carta a los Corintios 3, 17)

  • ¿No saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo que han recibido de Dios y que está en ustedes? Ya no se pertenecen a sí mismos. (1º Carta a los Corintios 6, 19)

  • Si uno de ellos te ve a ti, con tu buen conocimiento, sentado a la mesa en un salón del templo, su conciencia poco formada se dejará arrrastrar y comerá también él esa carne. (1º Carta a los Corintios 8, 10)

  • ¿No saben que los que trabajan en el servicio sagrado son mantenidos por el Templo, y los que sirven al altar reciben su parte de lo que ha sido ofrecido sobre el altar? (1º Carta a los Corintios 9, 13)

  • ¿Qué tiene que ver el Templo de Dios con los ídolos? Nosotros somos el Templo del Dios vivo. Dios lo dijo: Habitaré y viviré en medio de ellos; yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. (2º Carta a los Corintios 6, 16)

  • En él se ajustan los diversos elementos, y la construcción se eleva hasta formar un templo santo en el Señor. (Carta a los Efesios 2, 21)

  • Así prepara a los suyos para las obras del ministerio en vista a la construcción del cuerpo de Cristo; (Carta a los Efesios 4, 12)

  • el rebelde que se pone por encima de todo lo que es considerado divino y sagrado, que incluso pondrá su trono en el templo de Dios para mostrar que él es Dios. (2º Carta a los Tesalonicenses 2, 4)

  • Esta es nuestra ancla espiritual, segura y firme, que se fijó más allá de la cortina del Templo, en el santuario mismo. (Carta a los Hebreos 6, 19)

  • Nosotros tenemos una mesa sagrada en la cual no pueden sentarse los que todavía sirven en el Templo. (Carta a los Hebreos 13, 10)


“Amar significa dar aos outros – especialmente a quem precisa e a quem sofre – o que de melhor temos em nós mesmos e de nós mesmos; e de dá-lo sorridentes e felizes, renunciando ao nosso egoísmo, à nossa alegria, ao nosso prazer e ao nosso orgulho”. São Padre Pio de Pietrelcina