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  • No permitan que se lo quite quienes vienen con una religión muy temerosa y que sirven a los ángeles. En realidad sólo hacen caso de sus propias visiones y se inflan con sus propios pensamientos, (Carta a los Colosenses 2, 18)

  • Todo eso quiere ser sabiduría, religión, humildad y desprecio del cuerpo, pero no sirve de nada cuando la carne se rebela. (Carta a los Colosenses 2, 23)

  • El Evangelio que les llevamos no se quedó sólo en palabras, sino que hubo milagros y Espíritu Santo, dejándoles plena convicción. Y tampoco han olvidado cómo nos portamos entre ustedes y en atención a ustedes. (1º Carta a los Tesalonicenses 1, 5)

  • Dios mismo nos ha examinado y nos ha encargado su evangelio, y por tanto nuestra predicación procura agradar, no a los hombres, sino a Dios, que penetra los corazones. (1º Carta a los Tesalonicenses 2, 4)

  • Y era tal nuestra preocupación por ustedes, que estábamos dispuestos a darles, no sólo el Evangelio, sino también nuestra propia vida, tan queridos habían llegado a ser para nosotros. (1º Carta a los Tesalonicenses 2, 8)

  • Recuerden, hermanos, nuestros trabajos y fatigas. Mientras les predicábamos el Evangelio de Dios, trabajábamos noche y día para no ser una carga para ninguno. (1º Carta a los Tesalonicenses 2, 9)

  • y enviarles a Timoteo, hermano nuestro, que junto con nosotros trabaja con Dios por el Evangelio de Cristo. El debía fortalecerles y animarlos en la fe (1º Carta a los Tesalonicenses 3, 2)

  • Entonces la llama ardiente castigará a los que no reconocen a Dios y no obedecen al Evangelio de Jesús, nuestro Señor. (2º Carta a los Tesalonicenses 1, 8)

  • No se dejen engañar de ninguna manera. Primero tiene que producirse la apostasía y aparecer el adversario de la religión, el instrumento de la perdición, (2º Carta a los Tesalonicenses 2, 3)

  • La fuerza antirreligiosa ya está obrando secretamente, pero falta que desaparezca el que la retiene. (2º Carta a los Tesalonicenses 2, 7)

  • Con este fin los llamó mediante el Evangelio que predicamos, y los destinó a compartir la gloria de Cristo Jesús, nuestro Señor. (2º Carta a los Tesalonicenses 2, 14)

  • Que los anime el propio Cristo Jesús, nuestro Señor, y Dios, nuestro Padre, que nos ha amado dándonos en su misericordia un consuelo eterno y una esperanza feliz. (2º Carta a los Tesalonicenses 2, 16)


“Que Nossa Mãe do Céu tenha piedade de nós e com um olhar maternal levante-nos, purifique-nos e eleve-nos a Deus.” São Padre Pio de Pietrelcina