Fondare 69 Risultati per: historia de Abner

  • Cuando llegaron Joab y sus hombres, le dijeron a Joab que Abner había visitado al rey y que éste, después de recibirlo, lo había dejado ir en paz. (2 Samuel 3, 23)

  • Joab, entonces, se presentó al rey y le dijo: «¿Qué hiciste? Abner vino, lo recibiste y lo dejas volver en paz. (2 Samuel 3, 24)

  • Inmediatamente salió Joab y envió mensajeros tras Abner, y sin que lo supiera David, lo hizo regresar del Pozo de Sirá. (2 Samuel 3, 26)

  • Abner, entonces, volvió a Hebrón. A la entrada de la ciudad, Joab lo llevó aparte, como para hablarle confidencialmente, y allí lo hirió mortalmente en el estómago, para vengar así la muerte de su hermano Asael. (2 Samuel 3, 27)

  • Que el castigo por la muerte de Abner caiga sobre Joab y su descendencia. Que nunca falte entre ellos quien sufra de hemorragia o de lepra, o que se apoye en un bastón, o alguien que caiga bajo la espada o no tenga qué comer.» (2 Samuel 3, 29)

  • Así, Joab y su hermano Abisaí dieron muerte a Abner porque éste había muerto a su hermano Asael, en el combate de Gabaón. (2 Samuel 3, 30)

  • David dijo a Joab y a todos los que estaban con él: «Rasguen sus vestidos, vístanse con sacos y lloren por Abner.» David mismo seguía detrás del cadáver, (2 Samuel 3, 31)

  • cuando enterraron a Abner en Hebrón. El rey sollozaba junto al sepulcro y todo el pueblo lloraba con él. (2 Samuel 3, 32)

  • Entonces David entonó este canto fúnebre por Abner:«¿Por qué, Abner, tuviste que morir tan tontamente? (2 Samuel 3, 33)

  • Y todo el pueblo comenzó otra vez a llorar por Abner. Más tarde, todo el mundo rogaba a David que comiera algo mientras era de día, pero David dijo: «Que Dios me maldiga si, antes de ponerse el sol, pruebo pan o cualquier cosa.» (2 Samuel 3, 35)

  • Aquel día se convenció todo el pueblo y todo Israel que el rey no había participado en la muerte de Abner. (2 Samuel 3, 37)

  • Cuando Isbaal supo que Abner había muerto en Hebrón, perdió el ánimo, e Israel quedó desconcertado. (2 Samuel 4, 1)


“Para mim, Deus está sempre fixo na minha mente e estampado no meu coração.” São Padre Pio de Pietrelcina