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  • Entonces, ¿para qué la Ley? Fue añadida con miras a las desobediencias; pero solamente valía hasta que llegara ese descendiente de Abrahán para quien era la promesa, y fueron ángeles los que la concertaron, haciendo de mediador Moisés (Carta a los Gálatas 3, 19)

  • (no se hablaría de un mediador si hubiera una sola parte, y Dios es uno solo). (Carta a los Gálatas 3, 20)

  • ¿Acaso la Ley contradice las promesas de Dios? En absoluto. Si se hubiera dado una ley capaz de darnos vida, nuestro paso a la verdadera justicia podría resultar de esa Ley. (Carta a los Gálatas 3, 21)

  • Ya no hay diferencia entre judío y griego, entre esclavo y hombre libre; no se hace diferencia entre hombre y mujer, pues todos ustedes son uno solo en Cristo Jesús. (Carta a los Gálatas 3, 28)

  • ¡Ojalá ustedes fueran siempre objeto de gran atención, y no solamente de la mía cuando estoy con ustedes! (Carta a los Gálatas 4, 18)

  • Para los que están en Cristo Jesús, ya no son ventajas el tener o no tener la circuncisión; solamente vale la fe que actúa mediante el amor. (Carta a los Gálatas 5, 6)

  • Por estar circuncidados no es que observan la Ley; tan sólo les interesa la marca en el cuerpo, y se sentirían orgullosos de que ustedes la tuvieran. (Carta a los Gálatas 6, 13)

  • que se derramó sobre nosotros. Ahora nos ha dado a conocer,mediante dones de sabiduría e inteligencia,este proyecto misterioso suyo,fruto de su absoluta complacencia en Cristo. (Carta a los Efesios 1, 9)

  • El es nuestra paz. El ha destruido el muro de separación, el odio, y de los dos pueblos ha hecho uno solo. En su propia carne (Carta a los Efesios 2, 14)

  • destruyó el sistema represivo de la Ley e hizo la paz; reunió a los dos pueblos en él, creando de los dos un solo hombre nuevo. (Carta a los Efesios 2, 15)

  • Un solo cuerpo y un mismo espíritu, pues ustedes han sido llamados a una misma vocación y una misma esperanza. (Carta a los Efesios 4, 4)

  • Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, (Carta a los Efesios 4, 5)


“Que Jesus o mergulhe no esplendor da Sua imortal juventude.” São Padre Pio de Pietrelcina