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Además mandó a Esdrías que leyera el libro sagrado; luego, dando como consigna «Auxilio de Dios», él mismo al frente del primer cuerpo trabó combate con Nicanor. (II Macabeos 8, 23)
En su combate con las tropas de Timoteo y Báquides, mataron a éstos más de 20.000 hombres, se adueñaron por completo de altas fortalezas y dividieron el inmenso botín en partes iguales, una para ellos y otra para los que habían sufrido la persecución, los huérfanos y las viudas, así como para los ancianos. (II Macabeos 8, 30)
A poco de difundirse la claridad del sol naciente, ambos bandos se lanzaron al combate; los unos tenían como garantía del éxito y de la victoria, además de su valor, el recurso al Señor; los otros combatían con la furia como guía de sus luchas. (II Macabeos 10, 28)
Ante la fatiga de los hombres de Esdrías que llevaban mucho tiempo luchando, Judas suplicó al Señor que se mostrase su aliado y su guía en el combate. (II Macabeos 12, 36)
Simón, hermano de Judas, había entablado combate con Nicanor, pero, a causa de la repentina llegada de los enemigos, sufrió un ligero revés. (II Macabeos 14, 17)
Pero, como por la precipitación del combate no había acertado al herirse y las tropas irrumpían puertas adentro, subió valerosamente a lo alto del muro y se precipitó con bravura sobre las tropas; (II Macabeos 14, 43)
los hombres de Judas entablaron combate con el enemigo entre invocaciones y plegarias. (II Macabeos 15, 26)
Se prepara el caballo para el día del combate, pero la victoria es de Yahveh. (Proverbios 21, 31)
Más vale sabiduría que armas de combate, pero un solo yerro echa a perder mucho bueno. (Eclesiastés 9, 18)
le preservó de sus enemigos y le protegió de los que le tendían asechanzas; y le concedió la palma en un duro combate para enseñarle que la piedad contra todo prevalece. (Sabiduría 10, 12)
Y lo más extraño era que con el agua, que todo lo apaga, el fuego cobraba una violencia mayor. El universo, en efecto, combate en favor de los justos. (Sabiduría 16, 17)
Hasta la muerte por la verdad combate, y el Señor Dios peleará por ti. (Eclesiástico 4, 28)