Fondare 73 Risultati per: anatema
Estos que se han citado por sus nombres vinieron en tiempos de Ezequías, rey de Judá, y destruyeron las tiendas de aquéllos, y los refugios que allí se encontraban, entregándolos al anatema hasta el día de hoy; y habitaron en lugar de ellos, ya que había allí pastos para sus ganados. (I Crónicas 4, 41)
Porque se levantaron los ammonitas y moabitas contra los moradores del monte Seír, para entregarlos al anatema y aniquilarlos, y cuando hubieron acabado con los moradores de Seír se aplicaron a destruirse mutuamente. (II Crónicas 20, 23)
¿Quién de entre todos los dioses de aquellas naciones que mis padres dieron al anatema pudo librar a su pueblo de mi mano? ¿Es que vuestro Dios podrá libraros de mi mano? (II Crónicas 32, 14)
Todo aquel que no viniera en el plazo de tres días, según el consejo de los jefes y de los ancianos, vería consagrada al anatema toda su hacienda y sería él mismo excluido de la asamblea de los deportados. (Esdras 10, 8)
Judit ofreció todo el mobiliario de Holofernes, que el pueblo le había concedido, y entregó a Dios en anatema las colgaduras que ella misma había tomado del dormitorio de Holofernes. (Judit 16, 19)
Les obligó a encerrarse en sus torres, les puso cerco y dándolos al anatema, abrasó las torres con todos los que estaban dentro. (I Macabeos 5, 5)
Porque se ha emborrachado en los cielos mi espada; ya desciende sobre Edom y sobre el pueblo de mi anatema para hacer justicia. (Isaías 34, 5)
Bien has oído lo que los reyes de Asur han hecho a todos los países, entregándolos al anatema, ¡y tú te vas a librar! (Isaías 37, 11)
Destituía los príncipes de mi santuario; por eso entregué a Jacob al anatema y a Israel a los ultrajes. (Isaías 43, 28)
y toda la hondonada de los Cuerpos Muertos y de la Ceniza, y toda la Campa del Muerto hasta el torrente Cedrón, hasta la esquina de la Puerta de los Caballos hacia oriente será sagrado de Yahveh: no volverá a ser destruido ni dado al anatema nunca jamás. (Jeremías 31, 40)
«Sube a la tierra de Meratáyim, sube contra ella; y a los habitantes de Pecod pásalos a espada y dalos al anatema hasta el último - oráculo de Yahveh -: haz en todo según te lo he mandado.» (Jeremías 50, 21)
«Venid a ella desde el confín, abrid sus almacenes. Haced con ellos montones y dadlos al anatema: no quede de ella reliquia. (Jeremías 50, 26)