Fondare 24 Risultati per: enojo

  • ante tu cólera y tu enojo, pues tú me alzaste y después me has tirado: (Salmos 102, 11)

  • No te dejes llevar del enojo, pues el enojo reside en el pecho de los necios. (Eclesiastés 7, 9)

  • Si el enojo del que manda se abate sobre ti, no abandones tu puesto, que la flema libra de graves yerros. (Eclesiastés 10, 4)

  • Vienen de tierra lejana, del cabo de los cielos, Yahveh y los instrumentos de su enojo para arrasar toda la tierra. (Isaías 13, 5)

  • Por culpa de su codicia me enojé y le herí, ocultándome en mi enojo. Pero el rebelde seguía su capricho. (Isaías 57, 17)

  • Al verlo se os regocijará el corazón, vuestros huesos como el césped florecerán, la mano de Yahveh se dará a conocer a sus siervos, y su enojo a sus enemigos. (Isaías 66, 14)

  • He aquí que yo los reúno de todos los países a donde los empujé en mi ira y mi furor y enojo grande, y les haré volver a este lugar, y les haré vivir en seguridad, (Jeremías 32, 37)

  • Arrojarán su plata por las calles y su oro se convertirá en inmundicia; ni su plata, ni su oro les podrán salvar el día del enojo de Yahveh. No se saciarán más, no llenarán más su vientre, porque ello era la ocasión de su culpa. (Ezequiel 7, 19)

  • Ante su enojo ¿quién puede tenerse? ¿Quién puede resistir el ardor de su cólera? Su furor se derrama como fuego, y las rocas se quiebran ante él. (Nahún 1, 6)

  • Por eso, esperadme - oráculo de Yahveh - el día en que me levante como testigo, porque he decidido reunir a las naciones, congregar a los reinos, para derramar sobre vosotros mi enojo, todo el ardor de mi cólera. (Porque por el fuego de mi celo la tierra entera será devorada). (Sofonías 3, 8)

  • su corazón hicieron de diamante para no oír la Ley y las palabras que Yahveh Sebaot había dirigido por su espíritu, por ministerio de los antiguos profetas. Hubo entonces gran enojo de Yahveh Sebaot. (Zacarías 7, 12)

  • Mirad qué ha producido entre vosotros esa tristeza según Dios: ¡qué interés y qué disculpas, qué enojo, qué temor, qué añoranza, qué celo, qué castigo! En todo habéis mostrado que erais inocentes en este asunto. (II Corintios 7, 11)


“O santo silêncio nos permite ouvir mais claramente a voz de Deus”. São Padre Pio de Pietrelcina