Fondare 1951 Risultati per: nombres de los hijos de Noé

  • Estos son los nombres de los jeques de Esaú, según sus familias y territorios y por sus nombres. El jeque Timná, el jeque Alvá, el jeque Yetet, (Génesis 36, 40)

  • Esta es la historia de Jacob. José tenía diecisiete años. Estaba de pastor de ovejas con sus hermanos - él, muchacho todavía, con los hijos de Bilhá y los de Zilpá, mujeres de su padre. Y José comunicó a su padre lo mal que se hablaba de ellos. (Génesis 37, 2)

  • Israel amaba a José más que a todos los demás hijos, por ser para él el hijo de la ancianidad. Le había hecho una túnica de manga larga. (Génesis 37, 3)

  • Vieron sus hermanos cómo le prefería su padre a todos sus otros hijos, y le aborrecieron hasta el punto de no poder ni siquiera saludarle. (Génesis 37, 4)

  • Todos sus hijos e hijas acudieron a consolarle, pero él rehusaba consolarse y decía: «Voy a bajar en duelo al seol donde mi hijo.» Y su padre le lloraba. (Génesis 37, 35)

  • Antes que sobreviniesen los años de hambre, le nacieron a José dos hijos que le dio Asnat, la hija de Poti Fera, sacerdote de On. (Génesis 41, 50)

  • Vio Jacob que se repartía grano en Egipto, y dijo Jacob a sus hijos: «¿Por qué os estáis ahí mirando? (Génesis 42, 1)

  • Fueron, pues, los hijos de Israel a comprar con otros que iban, pues había hambre en el país cananeo. (Génesis 42, 5)

  • Todos nosotros somos hijos de un mismo padre, y somos gente de bien: tus siervos no son espías.» (Génesis 42, 11)

  • Dijéronle: «Tus siervos somos doce hermanos, hijos de un mismo padre, en el país cananeo; sólo que el menor está actualmente con nuestro padre, y el otro no existe.» (Génesis 42, 13)

  • que éramos doce hermanos, hijos del mismo padre; que uno de nosotros no existía, y que el otro se encontraba actualmente con nuestro padre en Canaán. (Génesis 42, 32)

  • Su padre Jacob les dijo: «Me dejáis sin hijos: Falta José, falta Simeón, y encima vais a quitarme a Benjamín. Esto acabará conmigo.» (Génesis 42, 36)


“A prática das bem-aventuranças não requer atos de heroísmo, mas a aceitação simples e humilde das várias provações pelas quais a pessoa passa.” São Padre Pio de Pietrelcina