Fondare 194 Risultati per: ornamentos del templo

  • Entonces Pablo tomó al día siguiente a los hombres, y habiéndose purificado con ellos, entró en el Templo para declarar el cumplimiento del plazo de los días de la purificación cuando se había de presentar la ofrenda por cada uno de ellos. (Hechos 21, 26)

  • Cuando estaban ya para cumplirse los siete días, los judíos venidos de Asia le vieron en el Templo, revolvieron a todo el pueblo, le echaron mano (Hechos 21, 27)

  • y se pusieron a gritar: «¡Auxilio, hombres de Israel! Este es el hombre que va enseñando a todos por todas partes contra el pueblo, contra la Ley y contra este Lugar; y hasta ha llegado a introducir a unos griegos en el Templo, profanando este Lugar Santo.» (Hechos 21, 28)

  • Pues habían visto anteriormente con él en la ciudad a Trofimo, de Efeso, a quien creían que Pablo había introducido en el Templo. (Hechos 21, 29)

  • Toda la ciudad se alborotó y la gente concurrió de todas partes. Se apoderaron de Pablo y lo arrastraron fuera del Templo; inmediatamente cerraron las puertas. (Hechos 21, 30)

  • «Habiendo vuelto a Jerusalén y estando en oración en el Templo, caí en éxtasis; (Hechos 22, 17)

  • Ha intentado además profanar el Templo, pero nosotros le apresamos. (Hechos 24, 6)

  • Y ni en el Templo, ni en las sinagogas ni por la ciudad me han encontrado discutiendo con nadie ni alborotando a la gente. (Hechos 24, 12)

  • Y me encontraron realizando estas ofrendas en el Templo después de haberme purificado, y no entre tumulto de gente. (Hechos 24, 18)

  • Pablo se defendía diciendo: «Yo no he cometido falta alguna ni contra la Ley de los judíos ni contra el Templo ni contra el César.» (Hechos 25, 8)

  • Por esto los judíos, habiéndome prendido en el Templo, intentaban darme muerte. (Hechos 26, 21)

  • En efecto, si alguien te ve a ti, que tienes conocimiento, sentado a la mesa en un templo de ídolos, ¿no se creerá autorizado por su conciencia, que es débil, a comer de lo sacrificado a los ídolos? (I Corintios 8, 10)


“A caridade é o metro com o qual o Senhor nos julgará.” São Padre Pio de Pietrelcina