Fondare 233 Risultati per: templo judío

  • Salmo. De Asaf. Oh Dios, han invadido tu heredad las gentes, han profanado tu sagrado Templo; han dejado en ruinas a Jerusalén, (Salmos 79, 1)

  • hacia tu santo Templo me prosterno. Doy gracias a tu nombre por tu amor y tu verdad, pues tu promesa ha superado tu renombre. (Salmos 138, 2)

  • la mesa de la proposición, los vasos de las libaciones, las copas, los incensarios de oro, la cortina, las coronas, y arrancó todo el decorado de oro que recubría la fachada del Templo. (I Macabeos 1, 22)

  • Ha quedado su Templo como hombre sin honor, (I Macabeos 2, 8)

  • Apenas había concluido de pronunciar estas palabras, cuando un judío se adelantó, a la vista de todos, para sacrificar en el altar de Modín, conforme al decreto real. (I Macabeos 2, 23)

  • Hicieron nuevos objetos sagrados y colocaron dentro del templo el candelabro, el altar del incienso y la mesa. (I Macabeos 4, 49)

  • Quemaron incienso sobre el altar y encendieron las lámparas del candelabro, que lucieron en el Templo. (I Macabeos 4, 50)

  • Adornaron la fachada del Templo con coronas de oro y pequeños escudos, restauraron las entradas y las salas y les pusieron puertas. (I Macabeos 4, 57)

  • Pasó él el primero contra el enemigo y toda su gente le siguió. Los gentiles todos, derrotados ante ellos, tiraron las armas y corrieron a buscar refugio en el templo de Carnáyim. (I Macabeos 5, 43)

  • Pero los judíos tomaron la ciudad y quemaron el templo con todos los que había dentro. Carnáyim fue arrasada. Y ya nadie pudo resistir a Judas. (I Macabeos 5, 44)

  • Tenía un templo rico en extremo, donde se guardaban armaduras de oro, corazas y armas dejadas allí por Alejandro, hijo de Filipo, rey de Macedonia, que fue el primer rey de los griegos. (I Macabeos 6, 2)

  • Judas, llamado Macabeo, sus hermanos y el pueblo judío nos han enviado donde vosotros para concertar con vosotros alianza y paz y para que nos inscribáis en el número de vuestros aliados y amigos.» (I Macabeos 8, 20)


“No tumulto das paixões terrenas e das adversidades, surge a grande esperança da misericórdia inexorável de Deus. Corramos confiantes ao tribunal da penitência onde Ele, com ansiedade paterna, espera-nos a todo instante.” São Padre Pio de Pietrelcina