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  • El Señor dijo a Moisés: "Vuelve a poner la vara de Aarón delante del testimonio y consérvala como señal para los hijos rebeldes, para que cesen sus quejas contra mí y no mueran". (Números 17, 25)

  • Lo podréis comer en cualquier lugar, vosotros y los vuestros: es el salario por vuestro servicio en la tienda de la reunión. (Números 18, 31)

  • El pueblo se quejaba contra Moisés, diciendo: "¡Ojalá hubiéramos muerto como murieron nuestros hermanos delante del Señor! (Números 20, 3)

  • Balac, hijo de Sipor, vio todo lo que Israel había hecho con los amorreos, (Números 22, 2)

  • Moab dijo a los ancianos de Madián: "Esta muchedumbre va a devorar ahora nuestros contornos como devora un buey la hierba del campo". Era entonces rey de Moab Balac, hijo de Sipor, (Números 22, 4)

  • el cual envió mensajeros a Petor, junto al río Éufrates, en tierra de los amonitas, que fueron a buscar a Balaán, hijo de Beor, diciendo: "Ha salido de Egipto un pueblo que cubre toda la tierra y está ya cerca de mí. (Números 22, 5)

  • Los ancianos de Moab y de Madián partieron llevando consigo el precio del agüero. Llegaron a Balaán y le comunicaron las palabras de Balac. (Números 22, 7)

  • Él les dijo: "Pasad aquí la noche, y yo os responderé según lo que me diga el Señor". Los príncipes de Moab se quedaron con Balaán. (Números 22, 8)

  • Dios se apareció a Balaán, y le dijo: "¿Quiénes son estos hombres que están contigo?". (Números 22, 9)

  • Balaán respondió a Dios: "Balac, hijo de Sipor, rey de Moab, los ha enviado a decirme: (Números 22, 10)

  • Dios dijo a Balaán: "Tú no irás con ellos ni maldecirás a ese pueblo, que es bendito". (Números 22, 12)

  • Balaán se levantó de mañana y dijo a los jefes que había enviado Balac: "Partid para vuestra tierra, pues el Señor no me deja ir con vosotros". (Números 22, 13)


“Dirás tu o mais belo dos credos quando houver noite em redor de ti, na hora do sacrifício, na dor, no supremo esforço duma vontade inquebrantável para o bem. Este credo é como um relâmpago que rasga a escuridão de teu espírito e no seu brilho te eleva a Deus”. São Padre Pio de Pietrelcina