Fondare 968 Risultati per: David y Seba

  • Pero los sumos sacerdotes y los maestros de la ley, al ver las maravillas que hacía y a los niños que gritaban en el templo "¡Viva el hijo de David!", se indignaron y le dijeron: (Mateo 21, 15)

  • "¿Qué opináis del mesías? ¿De quién es hijo?". Dijeron: "De David". (Mateo 22, 42)

  • Él les replicó: "Pues, ¿cómo David, inspirado por el Espíritu, le llama Señor cuando dice: (Mateo 22, 43)

  • "Pues si el mismo David le llama Señor, ¿cómo puede ser hijo suyo?". (Mateo 22, 45)

  • Él les respondió: "¿No habéis leído lo que hizo David cuando tuvo necesidad y sintió hambre él y los suyos? (Marcos 2, 25)

  • Al oír que pasaba Jesús el nazareno comenzó a gritar: "¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!". (Marcos 10, 47)

  • La gente le reprendía para que se callase, pero él gritaba con más fuerza: "¡Hijo de David, ten compasión de mí!". (Marcos 10, 48)

  • ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Bendito el reino que llega, de nuestro padre David! ¡Viva Dios altísimo! (Marcos 11, 10)

  • Jesús, enseñando en el templo, preguntó: "¿Cómo pueden decir los maestros de la ley que el mesías es hijo de David? (Marcos 12, 35)

  • David mismo, inspirado por el Espíritu Santo, dice: El Señor dijo a mi Señor: Siéntate a mi derecha hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies. (Marcos 12, 36)

  • Pues si el mismo David le llama Señor, ¿cómo puede ser hijo suyo?". Y la multitud lo escuchaba con sumo gusto. (Marcos 12, 37)

  • a una joven virgen, prometida de un hombre descendiente de David, llamado José. La virgen se llamaba María. (Lucas 1, 27)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina