Fondare 158 Risultati per: Incienso Sagrado
Porque tus dioses, oh Judá, son tan numerosos como tus ciudades; y tantos como las calles que hay en Jerusalén son los altares de infamia que vosotros habéis levantado para ofrecer incienso a Baal. (Jeremías 11, 13)
Pues el Señor todopoderoso, que te había plantado, ha decretado contra ti la desgracia a causa de las iniquidades cometidas por la casa de Israel y la casa de Judá, que me han irritado quemando incienso a Baal". (Jeremías 11, 17)
Y vendrán de las ciudades de Judá y de los alrededores de Jerusalén, de la tierra de Benjamín, de la llanura, de la montaña y del Negueb, trayendo holocaustos, sacrificios, ofrendas, incienso y sacrificios de acción de gracias al templo del Señor. (Jeremías 17, 26)
¡Pues mi pueblo me ha olvidado a mí y ofrece incienso a la pura nada! Han tropezado en sus caminos, en las sendas antiguas, para tomar veredas tortuosas, un camino no allanado; (Jeremías 18, 15)
me han abandonado, han enajenado este lugar, han ofrecido en él incienso a dioses extraños que no habían conocido ni ellos ni sus padres ni los reyes de Judá, han llenado este lugar de sangre inocente. (Jeremías 19, 4)
De suerte que las casas de Jerusalén y las de los reyes de Judá serán inmundas como el lugar de Tofet: todas estas casas sobre cuyas terrazas han ofrecido incienso a toda la milicia del cielo y han derramado ofrendas de vino en honor de dioses extranjeros". (Jeremías 19, 13)
llegaron de Siquén, de Silo y de Samaría ochenta hombres con la barba rapada, los vestidos rasgados y el cuerpo lleno de cortaduras, trayendo ofrendas e incienso para ofrecerlos en el templo del Señor. (Jeremías 41, 5)
a causa del mal que cometieron para irritarme, quemando incienso y sirviendo a dioses extraños, desconocidos de ellos, de vosotros y de vuestros padres. (Jeremías 44, 3)
Pero no quisieron escuchar ni hicieron caso, ni se convirtieron de su perversidad, ni dejaron de quemar incienso a dioses extraños. (Jeremías 44, 5)
porque me irritáis con las obras de vuestras manos, quemando incienso a dioses extraños en Egipto, adonde habéis venido a vivir, fraguando así vuestro exterminio y convirtiéndoos en maldición y oprobio ante todas las naciones de la tierra. (Jeremías 44, 8)
Entonces todos los hombres que sabían que sus mujeres quemaban incienso a dioses extranjeros, y todas las mujeres que estaban presentes -una gran asamblea-, así como todo el pueblo que habitaba en la tierra de Egipto, en Patrós, respondieron a Jeremías: (Jeremías 44, 15)
sino que haremos decididamente todo lo que nos hemos propuesto: quemar incienso y hacer ofrendas de vino a la reina del cielo, tal como hemos hecho nosotros y como hicieron nuestros padres, nuestros reyes y nuestros príncipes en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén. Entonces tuvimos pan hasta hartarnos, éramos felices y no veíamos desventuras. (Jeremías 44, 17)