Fondare 84 Risultati per: Rebaño

  • Como un pastor apacienta su rebaño, en su brazo recoge a los corderos, en su seno los lleva y conduce al reposo a las paridas. (Isaías 40, 11)

  • Ellos se acordaron de los días de antaño, de su siervo Moisés. ¿Dónde está aquel que sacó del mar al pastor de su rebaño? ¿Dónde el que puso dentro de él su santo espíritu?; (Isaías 63, 11)

  • Necios han sido los pastores; no han buscado al Señor. Por eso no han prosperado y todo su rebaño ha quedado disperso. (Jeremías 10, 21)

  • Si no escucháis este aviso, mi alma llorará en secreto por vuestro orgullo; llorará sin descanso y mis ojos derramarán lágrimas, porque el rebaño del Señor es conducido al cautiverio. (Jeremías 13, 17)

  • Levanta los ojos y mira a los que vienen del norte. ¿Dónde está el rebaño que te fue confiado, la grey de tu gloria? (Jeremías 13, 20)

  • ¡Ay de los pastores que dejan perecer y dispersarse al rebaño de mi pasto, dice el Señor! (Jeremías 23, 1)

  • Por tanto, esto dice el Señor, Dios de Israel, sobre los pastores que guían a mi pueblo: Vosotros habéis dispersado mi rebaño, lo habéis descarriado sin preocuparos de él. Pero yo me voy a ocupar ahora de vosotros -dice el Señor-, castigando vuestras perversas acciones. (Jeremías 23, 2)

  • Yo mismo recogeré los restos de mi rebaño de todos los países donde los dispersé y los haré volver a sus pastos, donde crecerán y se multiplicarán. (Jeremías 23, 3)

  • ¡Gritad, pastores; gritad, revolcaos en la tierra, mayorales del rebaño, porque ha llegado el día de vuestra matanza; caeréis como carneros escogidos! (Jeremías 25, 34)

  • No hay ya evasión para los pastores, ni salvación para los mayorales del rebaño. (Jeremías 25, 35)

  • Escuchad el clamor de los pastores, el griterío de los mayorales del rebaño, porque el Señor devasta sus pastos. (Jeremías 25, 36)

  • Naciones, escuchad la palabra del Señor, y anunciadla en las islas lejanas; decid: "El que dispersó a Israel lo reúne, lo guarda como un pastor su rebaño". (Jeremías 31, 10)


“Menosprezai vossas tentações e não vos demoreis nelas. Imaginai estar na presença de Jesus. O crucificado se lança em vossos braços e mora no vosso coração. Beijai-Lhe a chaga do lado, dizendo: ‘Aqui está minha esperança; a fonte viva da minha felicidade. Seguro-vos, ó Jesus, e não me aparto de vós, até que me tenhais posto a salvo’”. São Padre Pio de Pietrelcina