Fondare 103 Risultati per: eterna

  • porque la riqueza no es eterna y un tesoro no se transmite de generación en generación. (Proverbios 27, 24)

  • cuando en las alturas haya temores y en los caminos angustias; y florezca el almendro, y se haga pesada la langosta y no sirva para nada la alcaparra, porque el hombre se va a su morada eterna, y las plañideras recorren la calle; (Eclesiastés 12, 5)

  • Es el resplandor de la luz eterna, espejo inmaculado de la actividad de Dios y una imagen de su bondad. (Sabiduría 7, 26)

  • Descendió con él al calabozo y no lo abandonó entre los hierros hasta levantarlo al cetro real y al poder sobre sus tiranos; puso en evidencia la mentira de sus difamadores y le dio una gloria eterna. (Sabiduría 10, 14)

  • Estos malvados, que habían querido oprimir al pueblo santo, yacían prisioneros de las tinieblas y encadenados por una larga noche, encerrados bajo sus techos, excluidos de tu eterna providencia. (Sabiduría 17, 2)

  • Entre los hombres hizo su nido, fundación eterna, y se mantendrá fiel a su posteridad. (Eclesiástico 1, 15)

  • Guárdate del malvado que maquina el mal, no sea que te acarree deshonra eterna. (Eclesiástico 11, 33)

  • Toda carne envejece como vestido, porque es ley eterna: has de morir. (Eclesiástico 14, 17)

  • También la luna, siempre fiel a su curso, regula los tiempos y es señal eterna. (Eclesiástico 43, 6)

  • Así también Jesús, hijo de Josedec, los cuales en sus días reedificaron la casa y levantaron un santuario consagrado al Señor, destinado a una gloria eterna. (Eclesiástico 49, 12)

  • La tierra ha sido profanada bajo los pies de sus habitantes, porque han transgredido la ley y olvidado el precepto; han roto la alianza eterna. (Isaías 24, 5)

  • Confiad en el Señor incesantemente, porque el Señor es la roca eterna. (Isaías 26, 4)


“Quando ofendemos a justiça de Deus, apelamos à Sua misericórdia. Mas se ofendemos a Sua misericórdia, a quem podemos apelar? Ofender o Pai que nos ama e insultar quem nos auxilia é um pecado pelo qual seremos severamente julgados.” São Padre Pio de Pietrelcina