Fondare 195 Risultati per: evangelio eterno
Sabéis muy bien vosotros, filipenses, que al principio de la predicación del evangelio, cuando partí de Macedonia, ninguna iglesia tuvo conmigo cuenta de "haber" y "debe", a no ser vosotros solos; (Filipenses 4, 15)
por la esperanza de lo que os está reservado en los cielos, de la que ya oísteis hablar por la palabra de la verdad del evangelio (Colosenses 1, 5)
siempre que perseveréis sólidamente cimentados en la fe y estables e inconmovibles en la esperanza del evangelio que oísteis, el que ha de ser predicado a toda criatura bajo el cielo, y del que yo, Pablo, he sido elegido ministro. (Colosenses 1, 23)
Como sabéis, después de haber sido maltratados y ultrajados en Filipos, llenos de confianza en el Señor, nos atrevimos a anunciaros su evangelio en medio también de grandes luchas. (I Tesalonicenses 2, 2)
Por el contrario, fue Dios el que nos eligió y nos confió su evangelio, y así es como hablamos. No tratamos de agradar a los hombres, sino a Dios, que sondea nuestros corazones. (I Tesalonicenses 2, 4)
así, en nuestra ternura hacia vosotros, hubiéramos querido entregaros, al mismo tiempo que el evangelio de Dios, nuestra propia vida. ¡Tanto os queríamos! (I Tesalonicenses 2, 8)
Hermanos, recordad nuestros trabajos y fatigas; cómo trabajábamos día y noche para no ser gravosos a ninguno de vosotros mientras os anunciábamos el evangelio de Dios. (I Tesalonicenses 2, 9)
y enviamos a Timoteo, nuestro hermano y ministro de Dios en el evangelio de Cristo, con la misión de confortaros y alentaros en vuestra fe, (I Tesalonicenses 3, 2)
entre llamas de fuego, para tomar venganza de los que no conocen a Dios y no obedecen al evangelio de Jesús, nuestro Señor. (II Tesalonicenses 1, 8)
Precisamente para esto os llamó por nuestra predicación del evangelio, para que alcancéis la gloria de nuestro Señor Jesucristo. (II Tesalonicenses 2, 14)
Y que el mismo Señor Jesucristo y Dios, nuestro Padre, que nos ha amado y por su gracia nos ha dado un consuelo eterno y una hermosa esperanza, (II Tesalonicenses 2, 16)
del glorioso evangelio que Dios bendito me ha confiado. (I Timoteo 1, 11)