Fondare 1988 Risultati per: guerra en Israel

  • Jesús echó al demonio, y el mudo empezó a hablar. Las gentes decían maravilladas: "Jamás se ha visto cosa semejante en Israel". (Mateo 9, 33)

  • Id a las ovejas perdidas de la casa de Israel. (Mateo 10, 6)

  • Cuando os persigan en una ciudad, huid a otra; y si también en ésta os persiguen, huid a otra. Os aseguro que no se acabarán las ciudades de Israel hasta que venga el hijo del hombre". (Mateo 10, 23)

  • Él respondió: "No he sido enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel". (Mateo 15, 24)

  • de suerte que la gente se maravillaba al ver a los mudos que hablaban, a los mancos sanos, a los cojos andando, a los ciegos que recobraban la vista. Y alabaron al Dios de Israel. (Mateo 15, 31)

  • Jesús les dijo: "Os aseguro que vosotros, los que me habéis seguido, en la nueva creación, cuando el hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, os sentaréis también sobre doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel. (Mateo 19, 28)

  • "Ha salvado a otros y no puede salvarse a sí mismo. ¡Es rey de Israel! ¡Que baje de la cruz y creeremos en él! (Mateo 27, 42)

  • Jesús respondió: "El primero es: Escucha, Israel: el Señor, Dios nuestro, es el único Señor; (Marcos 12, 29)

  • ¡El mesías, el rey de Israel!; que baje ahora de la cruz, para que veamos y creamos". Los que estaban crucificados con él también lo insultaban. (Marcos 15, 32)

  • Ha socorrido a su siervo Israel, acordándose de su misericordia, (Lucas 1, 54)

  • "Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha intervenido para liberar a su pueblo; (Lucas 1, 68)

  • El niño crecía y se fortalecía en el espíritu. Y vivió en el desierto hasta el día de su manifestación a Israel. (Lucas 1, 80)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina