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todos los valientes se pusieron en marcha, tomaron los cuerpos de Saúl y sus hijos, los llevaron a Yabés, los sepultaron bajo la encina de Yabés y ayunaron durante siete días. (I Crónicas 10, 12)
Entonces los tres, abriéndose camino a través del campamento filisteo, sacaron agua del pozo que está en la puerta de Belén, la llevaron y se la ofrecieron a David; pero David no quiso beberla y la derramó como ofrenda ante el Señor, diciendo: (I Crónicas 11, 18)
y la llevaron al templo con la tienda de la reunión y todos los utensilios sagrados que había en ella. La llevaron los sacerdotes y los levitas. (II Crónicas 5, 5)
Asaltaron asimismo los apriscos y establos de los ganados, y se llevaron una gran cantidad de ovejas y camellos. (II Crónicas 14, 14)
El rey Asá convocó a todo Judá, sin excepción alguna, y se llevaron las piedras y el maderamen con que Basá fortificaba Ramá para fortificar con ello Guibeá y Mispá. (II Crónicas 16, 6)
Más aún, los filisteos vinieron a ofrecer a Josafat tributos y regalos de plata. Los árabes llevaron al rey ganado menor: 7.700 carneros y otros tantos machos cabríos. (II Crónicas 17, 11)
los cuales fueron contra Judá, la invadieron y se llevaron todo lo que encontraron en el palacio del rey, incluidos mujeres e hijos, menos a Ocozías, el más pequeño de todos. (II Crónicas 21, 17)
Mandó buscar a Ocozías, que fue alcanzado cuando iba a esconderse a Samaría. Se lo llevaron a Jehú, que lo mandó matar. Le dieron sepultura, pues se dijeron: "Es hijo de Josafat, que buscó al Señor con todo su corazón". En la casa de Ocozías no quedó nadie que fuera capaz de reinar. (II Crónicas 22, 9)
Tomó, finalmente, a los jefes de centuria, a los nobles, a cuantos tenían autoridad en el pueblo y al pueblo entero y llevaron al rey del templo al palacio real; entraron por la puerta superior y lo sentaron sobre el trono real. (II Crónicas 23, 20)
Cuando terminaron, llevaron al rey y a Yehoyadá el dinero sobrante, con el cual se hicieron utensilios para el templo del Señor: utensilios para el ministerio y los holocaustos, copas y objetos de oro y plata. Mientras vivió Yehoyadá, todos los días se ofrecieron holocaustos en el templo. (II Crónicas 24, 14)
Los israelitas hicieron doscientos mil prisioneros a sus hermanos entre mujeres, hijos e hijas, y se adueñaron de un enorme botín, que se llevaron para Samaría. (II Crónicas 28, 8)
Unos hombres designados expresamente confortaron a los prisioneros y, de lo mismo que les habían quitado, los vistieron, los calzaron, les dieron de comer, les curaron las heridas, montaron en asnos a los que estaban fatigados y los llevaron a Jericó, la ciudad de las palmeras, junto a sus hermanos; luego regresaron a Samaría. (II Crónicas 28, 15)