Fondare 970 Risultati per: sacrificios en el templo

  • Tiró en el templo las monedas, fue y se ahorcó. (Mateo 27, 5)

  • Los sumos sacerdotes recogieron las monedas de plata y dijeron: "No es lícito echarlas en el tesoro del templo, porque son precio de sangre". (Mateo 27, 6)

  • y diciendo: "¡Tú que destruías el templo y lo reedificabas en tres días, sálvate a ti mismo si eres hijo de Dios, y baja de la cruz!". (Mateo 27, 40)

  • Entonces el velo del templo se rasgó en dos de arriba abajo; la tierra tembló y las piedras se resquebrajaron; (Mateo 27, 51)

  • Vosotros, en cambio, decís: Al que diga a su padre o a su madre: Lo que tenía para ayudarte lo he ofrecido al templo, (Marcos 7, 11)

  • Y entró en Jerusalén en el templo y, después de haberlo visto todo, ya tarde, salió con los doce para Betania. (Marcos 11, 11)

  • Llegaron a Jerusalén y, entrando en el templo, echó a los que estaban allí vendiendo y comprando; volcó las mesas de los cambistas y los asientos de los vendedores de palomas, (Marcos 11, 15)

  • y no permitía que transportaran objetos por el templo. (Marcos 11, 16)

  • Llegaron de nuevo a Jerusalén y, cuando andaba Jesús por el templo, se le acercaron los sumos sacerdotes, los maestros de la ley y los ancianos del pueblo (Marcos 11, 27)

  • y amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo vale mucho más que todos los holocaustos y sacrificios". (Marcos 12, 33)

  • Jesús, enseñando en el templo, preguntó: "¿Cómo pueden decir los maestros de la ley que el mesías es hijo de David? (Marcos 12, 35)

  • Al salir Jesús del templo, le dijo uno de sus discípulos: "¡Maestro, mira qué piedras y qué edificios!". (Marcos 13, 1)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina