I Samuel, 2

La Biblia de Jerusalén

1 Entonces Ana dijo esta oración: «Mi corazón exulta en Yahveh, mi cuerno se levanta en Dios, mi boca se dilata contra mis enemigos, porque me he gozado en tu socorro.

2 No hay Santo como Yahveh, (porque nadie fuera de ti), ni roca como nuestro Dios.

3 No multipliquéis palabras altaneras. No salga de vuestra boca la arrogancia. Dios de sabiduría es Yahveh, suyo es juzgar las acciones.

4 El arco de los fuertes se ha quebrado, los que tambalean se ciñen de fuerza.

5 Los hartos se contratan por pan, los hambrientos dejan su trabajo. La estéril da a luz siete veces, la de muchos hijos se marchita.

6 Yahveh da muerte y vida, hace bajar al seol y retornar.

7 Yahveh enriquece y despoja, abate y ensalza.

8 Levanta del polvo al humilde, alza del muladar al indigente para hacerle sentar junto a los nobles, y darle en heredad trono de gloria, pues de Yahveh los pilares de la tierra y sobre ellos ha sentado el universo.

9 Guarda los pasos de sus fieles, y los malos perecen en tinieblas, (pues que no por la fuerza triunfa el hombre).

10 Yahveh, ¡quebrantados sus rivales! el Altísimo truena desde el cielo. Yahveh juzga los confines de la tierra, da pujanza a su Rey, exalta el cuerno de su Ungido.»

11 Partió Elcaná para Ramá, y el niño se quedó para servir a Yahveh a las órdenes del sacerdote Elí.

12 Los hijos de Elí eran unos malvados que no conocían a Yahveh

13 ni las normas de los sacerdotes respecto del pueblo: cuando alguien ofrecía un sacrificio, venía el criado del sacerdote, mientras se estaba cociendo la carne, con el tenedor de tres dientes en la mano,

14 lo hincaba en el caldero o la olla, en la cacerola o el puchero, y todo lo que sacaba el tenedor, el sacerdote se lo quebada; y así hacían con todos los israelitas que iban allí, a Silo.

15 Incluso antes de que quemasen la grasa, venía el criado del sacerdote y decía al que sacrificaba: «Dame carne para asársela al sacerdote, no te aceptará carne hervida, sino solamente carne cruda.»

16 Y si el hombre le decías: «Primero se quema la grasa, y después tomarás cuanto se te antoje», le respondía: «No, me lo darás ahora o lo tomo por la fuerza.»

17 El pecado de los jóvenes era muy grande ante Yahveh, porque trataban con desprecio la ofrenda hecha a Yahveh.

18 Estaba Samuel al servicio de Yahveh, muchacho vestido con efod de lino.

19 Le hacía su madre un vestido pequeño que le llevaba de año en año, cuando subía con su marido para ofrecer el sacrificio anual.

20 Bendecía luego Elí a Elcaná y a su mujer diciendo: «Que Yahveh te conceda descendencia de esta mujer, a cambio del préstamo que ella ha cedido a Yahveh.» Y ellos se volvían a su lugar.

21 En efecto, Yahveh visitó a Ana, que concibió y dio a luz tres hijos y dos hijas; el niño Samuel crecía ante Yahveh.

22 Elí era muy anciano; oyó todo cuanto sus hijos hacían a todo Israel,

23 y les dijo: «¿Por qué os portáis de ese modo que yo mismo he oído comentar a todo el pueblo?

24 No, hijos míos, los rumores que oigo no son buenos...

25 Si un hombre peca contra otro hombre, Dios será el árbitro; pero si el hombre peca contra Yahveh ¿quién intercederá por él?» Pero ellos no escucharon la voz de su padre, porque Yahveh deseaba hacerles morir.

26 Cuanto al niño Samuel, iba creciendo y haciéndose grato tanto a Yahveh como a los hombres.

27 Vino un hombre de Dios a Elí y le dijo: Así ha dicho Yahveh. Claramente me he revelado a la casa de tu padre, cuando ellos estaban en Egipto al servicio de la casa de Faraón.

28 Y le elegí entre todas las tribus de Israel para ser mi sacerdote, para subir a mi altar, incensar la ofrenda y llevar el efod en mi presencia, y he concedido a la casa de tu padre parte en todos los sacrificios por el fuego de los hijos de Israel.

29 ¿Por qué pisoteáis el sacrificio y la oblación que yo he ordenado y pesan tus hijos más que yo, cebándoos con lo mejor de todas las oblaciones de mi pueblo Israel?

30 Por eso - palabra de Yahveh, Dios de Israel - yo había dicho que tu casa y la casa de tu padre andarían siempre en mi presencia, pero ahora - palabra de Yahveh - me guardaré bien de ello. Porque a los que me honran, yo les honro, pero los que me desprecian son viles.

31 He aquí que vienen días en que amputarán tu brazo y el brazo de la casa de tu padre, de suerte que en tu casa los hombres no lleguen a madurar.

32 Tú mirarás al lado de la Morada todo el bien que yo haga a Israel y nunca habrá hombres maduros en tu casa.

33 Conservaré a alguno de los tuyos cabe mi altar para que sus ojos se consuman y su alma se marchite, pero la mayor parte de los tuyos perecerá por la espada de los hombres.

34 Será para ti señal lo que va a suceder a tus dos hijos Jofní y Pinjás: en el mismo día morirán los dos.

35 Yo me suscitaré un sacerdote fiel, que obre según mi corazón y mis deseos, le edificaré una casa permanente y caminará siempre en presencia de mi ungido.

36 El que quedare de tu casa vendrá a postrarse ante él para conseguir algún dinero o una torta de pan y dirá: "Destíname, por favor, a una función sacerdotal cualquiera, para que tenga un bocado de pan que comer."»




Versículos relacionados com I Samuel, 2:

Capítulo 2 de 1 Samuel describe una oración de gratitud de Ana, la madre de Samuel, por la bendición de tener un hijo después de años de infertilidad. Ella ensalza la grandeza de Dios, que es la única que da vida y poder para juzgar y gobernar el mundo. Además, ella destaca la importancia de seguir los caminos del Señor y ser humilde delante de él.

Salmo 113:7-8: "Él levanta el polvo de los necesitados y la colina de las cenizas levanta a los pobres; hace a los príncipes, con los príncipes de su gente". Justo cuando Ana fue criado de su condición de infertilidad para tener un hijo, Dios es capaz de criar a aquellos que están en condiciones difíciles y humildes para una posición de honor y gloria.

Proverbios 15:33: "El miedo al Señor es la instrucción de la sabiduría; y antes del honor se hace humildad". Ana destaca la importancia de la humildad ante Dios y los proverbios refuerza que el miedo al Señor, es decir, la reverencia y el respeto por Dios, es la clave de la sabiduría y la humildad.

Eclesiastés 7:14: "En el día de la prosperidad, disfruta del bien, pero el día de la adversidad considera; porque Dios le ha hecho en oposición a él, ese hombre no puede encontrar nada que vaya después de él". Ana gracias a Dios por su bendición, pero también reconoce que hay tiempos difíciles en la vida y que Dios es el único que gobierna todas las cosas, tanto en prosperidad como en adversidad.

Jeremías 9:23-24: "Así dice el Señor, no glorie a los sabios en su sabiduría, ni lo fuerte en su fuerza, ni los ricos en sus riquezas; conocerme, que yo soy el Señor, que hago benevolencia, Juicio y justicia en la tierra; para estas cosas que me gustan, di el Señor ". Ana reconoce que Dios es el único que gobierna el mundo y que no hay nada que estar orgulloso sino el conocimiento y la comprensión de Dios. Jeremías refuerza esta idea, afirmando que la verdadera gloria es conocer a Dios y sus acciones en la tierra.



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