21. Sin. ¡Oye cómo gimo: no hay quien me consuele! Todos mis enemigos, enterados de mi mal, se alegran de lo que tú has hecho. ¡Haz que llegue el Día que tienes anunciado, para que sean como yo!





“O grau sublime da humildade é não só reconhecer a abnegação, mas amá-la.” São Padre Pio de Pietrelcina