1. Yo, el presbítero, a la señora elegida y a sus hijos, que amo de verdad -no sólo yo, sino también todos los que han conocido la verdad-,





“Não se desencoraje, pois, se na alma existe o contínuo esforço de melhorar, no final o Senhor a premia fazendo nela florir, de repente, todas as virtudes como num jardim florido.” São Padre Pio de Pietrelcina