Znaleziono 72 Wyniki dla: Texto Sagrado

  • adoren al Señor en el atrio sagrado, tiemblen ante él, pueblos de toda la tierra. (Salmos 96, 9)

  • "Tuyo es el principado desde el día de tu nacimiento; de mí en el monte sagrado tú has nacido; como nace el rocío de la aurora". (Salmos 110, 3)

  • Ya no debían tener por sagrado el Santuario y sus ministros, (1 Macabeos 1, 46)

  • Entre tanto, los delegados del rey que obligaban a los judíos a renegar de su religión, llegaron a Modín para organizar un acto sagrado. (1 Macabeos 2, 15)

  • Judas atravesó primero hacia el enemigo, y toda su gente lo siguió. Derrotaron a todos los paganos, que abandonaron sus armas y corrieron a buscar refugio en el recinto sagrado de Carnaím. (1 Macabeos 5, 43)

  • Pero los judíos tomaron la ciudad y quemaron el recinto sagrado con todos los que estaban dentro. Los de Carnaím fueron aplastados y ya nadie pudo resistir a Judas. (1 Macabeos 5, 44)

  • Pues tanto él como sus hermanos y la familia de sus padres han animado la resistencia, han combatido a los enemigos de Israel y le han devuelto la libertad. Grabaron el texto en tablas de bronce y lo colgaron en las columnas del monte Sión. (1 Macabeos 14, 26)

  • Decidieron que este decreto fuera grabado en tablas de bronce que se pondrían a la vista en algún lugar del recinto sagrado, (1 Macabeos 14, 48)

  • Los sacerdotes de Nanea las expusieron y él se presentó con unas pocas personas en el recinto sagrado. Pero, en cuanto entró Antíoco, cerraron el templo. (2 Macabeos 1, 15)

  • Entonces el rey, después de comprobar tal hecho, mandó levantar una cerca y decretó que sería lugar sagrado. (2 Macabeos 1, 34)

  • Llegando a Jerusalén, simulando paz, esperó hasta el día sagrado del sábado. Entonces sorprendió a los judíos en su descanso. Ordenó a sus ayudantes que hicieran un desfile militar, (2 Macabeos 5, 25)

  • Mandó leer el Libro Sagrado y dio como contraseña «Auxilio de Dios»; luego él mismo, al frente del primer batallón, cayó sobre Nicanor, (2 Macabeos 8, 23)


“De todos os que vierem pedir meu auxílio, nunca perderei nenhum!” São Padre Pio de Pietrelcina