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y les dijo: «Señores míos, les ruego que vengan a la casa de este siervo suyo a pasar la noche. Se lavarán los pies, descansarán y mañana, al amanecer, podrán seguir su camino.» Ellos le respondieron: «No, pasaremos la noche en la plaza.» Pero él insistió tanto, que lo siguieron a su casa, y les preparó comida. (Génesis 19, 2)
Abrahán se levantó por la mañana muy temprano, tomó pan y un recipiente de cuero lleno de agua y se los dio a Agar. Le puso su hijo sobre el hombro y la despidió. Agar se marchó y anduvo errante por el desierto de Bersebá. (Génesis 21, 14)
Cuando no quedó nada de agua en el recipiente de cuero, dejó tirado al niño bajo un matorral (Génesis 21, 15)
Entonces Dios le abrió los ojos y vio un pozo de agua. Llenó el recipiente de cuero y dio de beber al niño. (Génesis 21, 19)
para que me ceda la cueva de Macpelá, que es suya y está al borde de su finca. Que me la dé por su precio justo, y que sea en adelante propiedad mía en medio de ustedes.» (Génesis 23, 9)
Abrahán se inclinó de nuevo profundamente ante los hititas, y se dirigió a Efrón, de modo que los propietarios presentes lo oyeran, y le dijo: (Génesis 23, 12)
Abrahán estuvo de acuerdo y pesó para Efrón, en presencia de los hititas, la plata que habían acordado: cuatrocientas piezas de plata, en monedas de mercader. (Génesis 23, 16)
pasaron a ser propiedad de Abrahán, a la vista de todos los hititas registrados en esta ciudad. (Génesis 23, 18)
Cuando vio el anillo y los brazaletes que llevaba su hermana, y oyó decir a Rebeca: «Esto me ha dicho ese hombre...», corrió a buscar al hombre que estaba de pie junto a los camellos, al lado del pozo. (Génesis 24, 30)
Entonces el hombre entró en la casa y desensilló los camellos. Dieron paja y forraje a los camellos, y a él y sus acompañantes les trajeron agua para que se lavaran los pies. (Génesis 24, 32)
El primero que nació era rojizo y tan peludo que parecía un abrigo de pieles, por lo que lo llamaron Esaú. (Génesis 25, 25)
Así, pues, toma tus armas, tu arco y la caja de las flechas, sal al campo y caza alguna pieza para mí. (Génesis 27, 3)