Znaleziono 16 Wyniki dla: Quedaba

  • Después se trasladó hasta la región montañosa que está al este de Betel, y estableció su campamento, entre Betel, que quedaba al oeste, y Ai, al este. También allí erigió un altar al Señor e invocó su Nombre. (Génesis 12, 8)

  • Así sujetaron el pectoral, haciendo pasar entre sus argollas y las argollas del efod un cordón de púrpura violeta, de manera que el pectoral quedaba fijo sobre el cinturón y no podía desprenderse del efod. Esto es lo que el Señor había ordenado a Moisés. (Exodo 39, 21)

  • A una señal del Señor, levantaban el campamento; a otra señal del Señor, acampaban, y permanecían acampados mientras la nube se quedaba detenida sobre la Morada. (Números 9, 18)

  • Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso sobre un asta. Y cuando alguien era mordido por una serpiente, miraba hacia la serpiente de bronce y quedaba curado. (Números 21, 9)

  • Pero a la mañana siguiente, cuando los asdoditas se levantaron, encontraron a Dagón caído en el suelo, boca abajo, ante el Arca del Señor. La cabeza de Dagón y las dos palmas de sus manos yacían cortadas sobre el umbral, y no le quedaba más que el tronco. (I Samuel 5, 4)

  • Cuando Sambalat, Tobías, Guésem, el árabe, y los demás enemigos nuestros supieron que yo había reconstruido las murallas y que no quedaba en ellas ninguna brecha -aunque hasta entonces no había colocado las hojas de las puertas- (Nehemías 6, 1)

  • Cuando todos ya se habían retirado de la carpa, y no quedaba nadie dentro de ella, ni grande ni pequeño, Judit, de pie junto al lecho de Holofernes, dijo en su corazón: "Señor, Dios todopoderoso, mira favorablemente en esta hora lo que voy a hacer para la exaltación de Jerusalén. (Judit 13, 4)

  • porque temía el murmullo de la gente o me asustaba el desprecio de mis parientes, y me quedaba en silencio, sin salir a la puerta... (Job 31, 34)

  • él debía enviar un ejército para destruir y aplastar la fuerza de Israel, y lo que aún quedaba de Jerusalén hasta borrar su recuerdo. (I Macabeos 3, 35)

  • Otros, vendían todo lo que les quedaba, y al mismo tiempo suplicaban al Señor que librara a los que el impío Nicanor ya tenía vendidos antes que comenzara la lucha. (II Macabeos 8, 14)

  • Así, si sucedía algo imprevisto o llegaba una noticia desagradable, los habitantes de las provincias no se perturbarían, sabiendo de antemano a quién quedaba confiado el gobierno. (II Macabeos 9, 24)

  • Los artificios de la magia resultaban ineficaces, y su pretendida ciencia quedaba vergonzosamente desmentida, (Sabiduría 17, 7)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina