Znaleziono 209 Wyniki dla: Jefe
Dios concedió a Daniel hallar gracia y benevolencia ante el jefe de los eunucos. (Daniel 1, 9)
Pero el jefe de los eunucos dijo a Daniel: «Temo al rey, mi señor; él ha asignado vuestra comida y vuestra bebida, y si llega a ver vuestros rostros más macilentos que los de los jóvenes de vuestra edad, expondríais mi cabeza a los ojos del rey.» (Daniel 1, 10)
Daniel dijo entonces al guarda a quien el jefe de los eunucos había confiado el cuidado de Daniel, Ananías, Misael y Azarías: (Daniel 1, 11)
Al cabo del tiempo establecido por el rey para que le fueran presentados los jóvenes, el jefe de los eunucos los llevó ante Nabucodonosor. (Daniel 1, 18)
Pero Daniel se dirigió con palabras sabias y prudentes a Aryok, jefe de la guardia real, que se disponía a matar a los sabios de Babilonia. (Daniel 2, 14)
Y el rey confirió a Daniel un alto rango y le dio muchos y magníficos regalos. Le hizo gobernador de toda la provincia de Babilonia y jefe supremo de todos los sabios de Babilonia. (Daniel 2, 48)
«Beltsassar, jefe de los magos, ya sé que tú posees el espíritu de los dioses santos y que ningún misterio ofrece para ti dificultad: mira el sueño que he tenido; dime su interpretación. (Daniel 4, 6)
Hay en tu reino un hombre en quien reside el espíritu de los dioses santos. Ya en tiempo de tu padre se halló en él luz, inteligencia y sabiduría semejante a la sabiduría de los dioses, y tu padre, el rey Nabucodonosor, le nombró jefe de los magos, adivinos, caldeos y astrólogos. (Daniel 5, 11)
Llegó incluso hasta el Jefe del ejército, abolió el sacrificio perpetuo y sacudió el cimiento de su santuario (Daniel 8, 11)
Se juntarán los hijos de Judá y los hijos de Israel en uno, se pondrán un solo jefe, y desbordarán de la tierra, porque será grande el día de Yizreel. (Oseas 2, 2)
El jefe de la tripulación se acercó a él y le dijo: «¿Qué haces aquí dormido? ¡Levántate e invoca a tu Dios! Quizás Dios se preocupe de nosotros y no perezcamos.» (Jonás 1, 6)
Mientras estaba hablando llegan de la casa del jefe de la sinagoga unos dicendo: «Tu hija ha muerto; ¿a qué molestar ya al Maestro?» (Marcos 5, 35)