Znaleziono 825 Wyniki dla: árbol de la vida

  • porque la sangre es la vida de la carne, y yo os he dado la sangre para que hagáis sobre el altar el rito de absolución por vuestras vidas, pues la sangre es la que paga el rescate por la vida. (Levítico 17, 11)

  • porque la sangre es la vida de todo ser viviente. Por eso he dicho yo a los israelitas: No comeréis la sangre de ningún animal, porque la sangre es la vida de todo ser viviente; quien comiere de ella será extirpado. (Levítico 17, 14)

  • Observaréis mis preceptos y mis leyes, pues el que los cumpla encontrará la vida en ellos: yo, el Señor. (Levítico 18, 5)

  • No andarás difamando a los tuyos ni pondrás en peligro la vida del prójimo con falsas acusaciones: yo, el Señor. (Levítico 19, 16)

  • A partir del quinto año podréis comer los frutos. Así el árbol os dará más. Yo, el Señor, vuestro Dios. (Levítico 19, 25)

  • yo me portaré con vosotros de la misma manera; haré venir sobre vosotros el espanto, epidemia y fiebre, enfermedades de los ojos y agotamiento de la vida. Sembraréis en vano, pues los enemigos comerán el fruto de vuestras semillas. (Levítico 26, 16)

  • Nadab y Abihú murieron en presencia del Señor, en el desierto del Sinaí, cuando intentaron ofrecerle fuego profano. No tuvieron hijos. Entonces Eleazar e Itamar ejercieron el sacerdocio en vida de su padre Aarón. (Números 3, 4)

  • pero ¡por mi vida y por mi gloria, que llena toda la tierra!, (Números 14, 21)

  • Diles: Por mi vida, palabra del Señor, que os trataré según las mismas palabras que yo os he oído; (Números 14, 28)

  • Solamente Josué, hijo de Nun, y Caleb, hijo de Jefoné, quedaron con vida entre los hombres que habían ido a explorar la tierra. (Números 14, 38)

  • La burra me ha visto y por tres veces se ha apartado de mí. Gracias que se ha apartado, pues de otra manera te hubiera yo matado a ti, dejándola a ella con vida". (Números 22, 33)

  • "¡Que el Señor, el Dios de los espíritus que dan vida a todo ser viviente, establezca sobre esta comunidad un hombre (Números 27, 16)


O maldito “eu” o mantém apegado à Terra e o impede de voar para Jesus. São Padre Pio de Pietrelcina