Isaías, 28

2. Miren, el Señor tiene a un hombre fuerte y poderoso: como tormenta de granizo y tempestad arrasadora, como tormenta de aguas impetuosas, torrenciales, él lo echa todo por tierra violentamente.

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Isaías, el Capítulo 28 se ocupa de la caída de Efraín y el orgullo de Judá. Dios advierte sobre la destrucción que vendrá sobre aquellos que confían en su propia sabiduría y fuerza en lugar de confianza en el Señor. También se enfatiza la importancia de escuchar y aprender la Palabra de Dios. A continuación hay cinco versos relacionados con los temas de este capítulo:

Proverbios 16:18: "Excelente precede a la ruina, y la altitud del Espíritu precede a la caída". Este versículo enfatiza el mensaje de que aquellos que confían en su propia sabiduría y poder están destinados a caer.

Jeremías 9:23-24: "Así dice el Señor, no glorie a los sabios en su sabiduría, ni lo fuerte en su fuerza, ni los ricos en sus riquezas. Conóceme, porque yo soy el Señor que ha ejercido amabilidad, juicio , y justicia en la tierra; para estas cosas que me gustan, diga el Señor ". Este versículo destaca la importancia de confiar en el Señor y conocer su palabra, en lugar de jactarse de sabiduría, fuerza o riqueza.

Proverbios 1:7: "El miedo al Señor es el principio del conocimiento, pero la necedad desprecia la sabiduría y la disciplina". Este versículo señala que aquellos que ignoran la palabra y la sabiduría de Dios están destinados a sufrir las consecuencias.

Salmo 119:105: "La lámpara para mis pies es tu palabra y luz a mi manera". Este versículo enfatiza la importancia de seguir la Palabra de Dios como una luz para guiar nuestros pasos.

1 Corintios 1:27-29: "Por el contrario, Dios ha elegido las locuras del mundo para avergonzar a los sabios y eligió las cosas débiles del mundo para avergonzar a los fuertes; y Dios eligió las cosas humildes del mundo, y los despreciados, y las cosas despreciadas, y aquellos que no lo son, para reducir a los que lo son; para que nadie se jacte en la presencia de Dios ". Este versículo señala que el orgullo y la jactancia son inútiles ante Dios, que usa cosas débiles y humildes para cumplir con sus propósitos.