Ezequiel, 42

18. Después midió el lado sur con la vara de medir: quinientos codos

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En Ezequiel 42, el Profeta recibe una vista de un templo y su santuario. El capítulo describe medidas precisas para las habitaciones y corredores del templo, así como para el área que lo rodea. Los siguientes son cinco versículos relacionados con los temas abordados en Ezequiel 42:

Éxodo 26:33: "Y colgarás el velo debajo de los soportes, y tomarás el arca del testimonio en el velo; y el velo te separará entre el santuario y el lugar más santo". Este versículo describe cómo el velo separó el santuario del lugar más sagrado, y es relevante para la descripción del templo en Ezequiel 42, que también tiene un área separada para el santuario y el lugar más sagrado.

1 Reyes 6:5: "Y contra la pared de la casa, que estaba adentro, construyó pisos alrededor de las paredes de la casa, alrededor del templo y el santuario; e hizo cámaras alrededor". Este versículo habla sobre la construcción del Templo de Salomón, que puede verse como un precedente para la visión del templo descrito en Ezequiel 42.

Ezequiel 41:13: "Así midió la casa, a saber, seis codos de ancho a un lado, y seis codos de ancho al otro lado, que era el ancho del tabernáculo". Este verso es una continuación de la descripción del templo que comienza en Ezequiel 40 y se extiende a Ezequiel 42, incluidas las mediciones precisas para el ancho del templo.

Ezequiel 43:7: "Y me dijo, hijo del hombre, este es el lugar de mi trono, y el lugar de las plantas de mis pies, donde hablaré entre los hijos de Israel para siempre; y la casa de Israel No contaminan sino mi santo nombre, ni ellos ni sus reyes, con su prostitución y los cadáveres de sus reyes en sus altibajos ". Este versículo es importante porque establece el propósito del templo descrito en Ezequiel, como el lugar donde Dios habitará entre los hijos de Israel para siempre.

Hebreos 9:24: "Porque Cristo no ha entrado en un santuario hecho por manos, figura de lo real, pero en el mismo cielo, ahora aparecerá para nosotros ante el rostro de Dios"; Este verso apunta a la diferencia entre el templo físico descrito en Ezequiel 42 y el verdadero santuario celestial que Cristo entró, y destaca la importancia de la relación del templo físico con la realidad espiritual.