51. David corrió, se detuvo ante el filisteo, tomó su espada y, sacándola de la vaina, le remató y le cortó la cabeza. Cuando los filisteos vieron muerto a su héroe, se dieron a la fuga.





“Rezai e continuai a rezar para não ficardes entorpecidos”. São Padre Pio de Pietrelcina