30. Rodeando al Macabeo, dos de ellos lo defendían con las armas, lo hacían invulnerable y, al mismo tiempo, lanzaban flechas y rayos contra el enemigo, que caía y se dispersaba en el mayor desorden, herido de ceguera.





“A oração é a efusão de nosso coração no de Deus.” São Padre Pio de Pietrelcina