Encontrados 65 resultados para: Abrió

  • Así, pues, llegué a Tróade para predicar el Evangelio de Cristo, y gracias al Señor se me abrió una puerta. (2º Carta a los Corintios 2, 12)

  • Filipenses, ustedes saben que en los principios de la evangelización, cuando me alejé de Macedonia, ninguna Iglesia me abrió una cuenta de gastos e ingresos excepto ustedes; (Carta a los Filipenses 4, 15)

  • Y no fue la sangre de chivos o de novillos la que le abrió el santuario, sino su propia sangre, cuando consiguió de una sola vez la liberación definitiva. (Carta a los Hebreos 9, 12)

  • él nos abrió ese camino nuevo y vivo a través de la cortina, es decir, su carne. (Carta a los Hebreos 10, 20)

  • Como estaba mirando, el Cordero abrió el primero de los siete sellos, y oí al primero de los cuatro Seres Vivientes que gritaba como con voz de trueno: «Ven.» (Apocalipsis 6, 1)

  • Cuando abrió el segundo sello, oí al segundo Ser Viviente gritar: «Ven.» (Apocalipsis 6, 3)

  • Cuando abrió el tercer sello, oí gritar al tercer Ser Viviente: «Ven.» Esta vez el caballo era negro y el que lo montaba tenía una balanza en la mano. (Apocalipsis 6, 5)

  • Cuando abrió el cuarto sello, oí el grito del cuarto Ser Viviente: «Ven.» (Apocalipsis 6, 7)

  • Cuando abrió el quinto sello, divisé debajo del altar las almas de los que fueron degollados a causa de la palabra de Dios y del testimonio que les correspondía dar. (Apocalipsis 6, 9)

  • Y mi visión continuó. Cuando el Cordero abrió el sexto sello, se produjo un violento terremoto; el sol se puso negro como vestido de luto, la luna entera se tiñó como de sangre, (Apocalipsis 6, 12)

  • Cuando el Cordero abrió el séptimo sello, se produjo en el Cielo un silencio como de media hora. (Apocalipsis 8, 1)

  • Abrió, pues, el pozo del abismo, y del pozo subió una humareda como la de un horno inmenso que oscureció el sol y el aire. (Apocalipsis 9, 2)


“Quando a videira se separa da estaca que a sustenta, cai, e ao ficar na terra apodrece com todos os cachos que possui. Alerta, portanto, o demônio não dorme!” São Padre Pio de Pietrelcina