Encontrados 41 resultados para: Blanco

  • Partieron todos juntos, llenos de entusiasmo. Cuando estaban cerca de Jerusalén, apareció, poniéndose al frente de ellos, un jinete vestido de blanco, con armadura de oro. (2 Macabeos 11, 8)

  • O como una flecha disparada al blanco: el aire que va cortando vuelve sobre sí mismo, sin permitir que se vea su camino. (Sabiduría 5, 12)

  • Los dardos del rayo darán recto en el blanco, ddisparados de las nubes como de un arco bien tenso (Sabiduría 5, 21)

  • Me has seducido, Yavé, y me dejé seducir por ti. Me tomaste a la fuerza y saliste ganando. Todo el día soy el blanco de sus burlas, toda la gente se ríe de mí. (Jeremías 20, 7)

  • Esta ciudad ha sido el blanco de mi rabia y furor desde el día en que la edificaron hasta el día de hoy, y tendré que venir a hacerla desaparecer de mi vista, (Jeremías 32, 31)

  • Preparó su arco, y me puso como blanco de sus flechas. (Lamentaciones 3, 12)

  • Estaba observando y vi lo siguiente: Pusieron unos tronos y un Anciano se sentó. Su vestido era blanco como la nieve; su pelo, albo como la lana blanqueada. Su trono era de llamas de fuego con ruedas de fuego ardiente. (Daniel 7, 9)

  • Tampoco jures por tu propia cabeza, pues no puedes hacer blanco o negro ni uno solo de tus cabellos. (Evangelio según San Mateo 5, 36)

  • Al entrar en el sepulcro, vieron a un joven sentado al lado derecho, vestido enteramente de blanco, y se asustaron. (Evangelio según San Marcos 16, 5)

  • y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y el otro a los pies. (Evangelio según San Juan 20, 12)

  • Ellos seguían mirando fijamente al cielo mientras se alejaba. Pero de repente vieron a su lado a dos hombres vestidos de blanco (Hecho de los Apóstoles 1, 10)

  • Tengo, sin embargo, los nombres de unos pocos de Sardes que no mancharon sus ropas; ésos me acompañarán vestidos de blanco, porque se lo merecen. (Apocalipsis 3, 4)


“É doce o viver e o penar para trazer benefícios aos irmãos e para tantas almas que, vertiginosamente, desejam se justificar no mal, a despeito do Bem Supremo.” São Padre Pio de Pietrelcina