Encontrados 39 resultados para: Ester

  • Ester, entonces, le envió otro recado: (Ester 4, 15)

  • Partió Mardoqueo e hizo todo lo que Ester le pedía. (Ester 4, 17)

  • «¿Qué te pasa, reina Ester?», le preguntó él, un momento después. «Dime, ¿qué deseas? Pues aunque sea la mitad de mi reino, te la daré.» Ella le dijo: (Ester 5, 3)

  • «Avísenle inmediatamente a Amán para que se cumpla el deseo de Ester», indicó el rey. Y ambos asistieron al banquete. (Ester 5, 5)

  • Mientras cenaban, el rey volvió a decirle a Ester: «¡Dime, te ruego, qué deseas para poder dártelo! Dímelo, no más, pues aunque sea la mitad de mi reino, te la daré.» (Ester 5, 6)

  • «Y fíjense, prosiguió, que acabo de asistir a un banquete que la reina Ester nos ofreció al rey y a mí, y que para mañana incluso nos convidó a otra cena. (Ester 5, 12)

  • Estaban todavía conversando, cuando llegaron los emisarios del rey a buscarlo para que fuera en seguida al banquete que le había ofrecido Ester. (Ester 6, 14)

  • Después de haber compartido el banquete ofrecido por Ester, el rey volvió a preguntarle: (Ester 7, 1)

  • «Dime, reina Ester, ¿qué es lo que deseas para que te lo conceda? ¡No temas decírmelo, pues aunque sea la mitad de mi reino, te la daré!» (Ester 7, 2)

  • «¿Quién es ese individuo que piensa hacer tamaña barbaridad?» Ester, indicando a Amán, respondió: (Ester 7, 5)

  • El rey, por su parte, se levantó furioso de la mesa y salió al jardín del palacio. Amán, entretanto, se quedó al lado de Ester para pedirle que le perdonara la vida, pues se daba cuenta que el rey ya había decidido su muerte. (Ester 7, 7)

  • Cuando regresó el rey del jardín, vio que Amán estaba inclinado sobre el sofá donde descansaba Ester. «¡¿Y todavía te atreves a violentar a la reina en mi propio palacio?!», gritó. Y a una orden suya le echaron a Amán un paño sobre la cabeza. (Ester 7, 8)


“No tumulto das paixões terrenas e das adversidades, surge a grande esperança da misericórdia inexorável de Deus. Corramos confiantes ao tribunal da penitência onde Ele, com ansiedade paterna, espera-nos a todo instante.” São Padre Pio de Pietrelcina