Encontrados 39 resultados para: Ester

  • Ese mismo día el rey Asuero dio a Ester la casa de Amán, el perseguidor de los judíos, y Mardoqueo fue presentado al rey, pues Ester le había comunicado que era su pariente. (Ester 8, 1)

  • El rey, sacándose el anillo que había quitado a Amán, se lo pasó a Mardoqueo. Este, además, fue puesto por Ester como administrador de la casa de Amán. (Ester 8, 2)

  • Ester fue, por segunda vez, a hablar con el rey para suplicarle que dejase sin efecto las medidas adoptadas por Amán en contra de los judíos. Postrada a sus pies, lloraba y le rogaba para que no se cumplieran sus malas intenciones. (Ester 8, 3)

  • El rey, llamando a Mardoqueo, les dijo a ambos: «Ustedes han visto que la casa de Amán se la di a Ester y que a ése lo mandé ahorcar por haber querido acabar con los judíos. (Ester 8, 7)

  • Ester respondió: «Quisiera aún pedirte algo, ¡oh rey!: permite que los judíos de Susa puedan proseguir mañana ejecutando lo dispuesto en el edicto y ordena además que los cadáveres de los diez hijos de Amán sean colgados de la horca.» (Ester 9, 13)

  • Ester, con su autoridad de reina, estampó su firma en esta segunda carta para que tuviera más valor. (Ester 9, 29)

  • Así, pues, Ester le dio el valor de ley a esta celebración de Purim y quedó constancia de ello por escrito. (Ester 9, 32)

  • ni el pequeño manantial que se convirtió en un río desbordante, ni la luz que brillaba, ni el sol. El río es Ester, (Ester 10, 6)

  • La reina Ester también fue a pedirle auxilio al Señor ante el peligro que amenazaba su vida. (Ester 14, 1)

  • Transcurridos los tres días de ayuno y oraciones, Ester se quitó sus ropas de penitente y se vistió con un traje de gala. (Ester 15, 4)

  • Ester iba extraordinariamente bonita; su rostro sonrosado irradiaba ternura, pero su corazón se estremecía de miedo. (Ester 15, 8)

  • Estaba éste sentado en su trono real, aparecía muy respetable, revestido de los ornamentos con que se presentaba en público y resplandeciente de oro y piedras preciosas. Levantando sus ojos, que impresionaban por su seriedad, los fijó en Ester, muy enojado. (Ester 15, 10)


“Tenhamos sempre horror ao pecado mortal e nunca deixemos de caminhar na estrada da santa eternidade.” São Padre Pio de Pietrelcina