Encontrados 154 resultados para: casas

  • Quemaban incienso en las puertas de sus casas y en las plazas. (1 Macabeos 1, 55)

  • Luego dijo a los que estaban edificando casas, o que iban a casarse, o que plantaban viñas, y a los miedosos, que se volvieran a sus casas, como permitía la Ley. (1 Macabeos 3, 56)

  • El rey Demetrio había llegado a dominar el reino y nadie se le oponía; entonces disolvió su ejército, enviándolos a sus casas, salvo las tropas extranjeras que había reclutado en las islas de los paganos, con lo cual se atrajo el odio de todas las tropas que habían servido a sus padres. (1 Macabeos 11, 38)

  • Mándalos a sus casas y quédate con algunos para acompañarme a la ciudad de Tolemaida, porque quiero entregártela, así como las otras fortalezas, y poner a tu disposición el resto de la tropa con sus oficiales. Después volveré, ya que sólo he venido para esto.» (1 Macabeos 12, 45)

  • De las casas salía la gente en tropel con gran confusión para suplicar todos juntos por el Lugar Santo, que iba a ser profanado. (2 Macabeos 3, 18)

  • Mandó a sus soldados que matasen sin compasión a cuantos encontraran y degollaran también a todos los que se refugiaran en sus casas. (2 Macabeos 5, 12)

  • Nos ha informado Menelao que desean volver a sus casas y a sus ocupaciones; por tanto, (2 Macabeos 11, 29)

  • Pondremos las manos sobre montones de cosas de valor, llenaremos nuestras casas con el botín. (Proverbios 1, 13)

  • Emprendí grandes obras. Me edifiqué casas, me planté viñas, (Eclesiastés (Qohelet) 2, 4)

  • Los hijos de los pecadores formarán una raza detestable, buena para llenar las casas de los malvados. (Sirácides (Eclesiástico) 41, 5)

  • También Nehemías dejó un gran recuerdo: volvió a levantar nuestras murallas en ruinas, restauró nuestras puertas y sus cerrojos, reconstruyó nuestras casas. (Sirácides (Eclesiástico) 49, 13)

  • Yavé demanda a los ancianos y a los jefes de su pueblo: «Ustedes han devorado los frutos de la viña, en sus casas están los despojos del pobre. (Isaías 3, 14)


“A cada vitória sobre o pecado corresponde um grau de glória eterna”. São Padre Pio de Pietrelcina