Encontrados 75 resultados para: descanso

  • La tierra tembló, las rocas se partieron, los sepulcros se abrieron y resucitaron varias personas santas que habían llegado ya al descanso. (Evangelio según San Mateo 27, 52)

  • Pero coincidió que ese día en que Jesús hizo lodo y abrió los ojos al ciego, era día de descanso. (Evangelio según San Juan 9, 14)

  • El cielo es mi trono y la tierra el apoyo de mis pies. ¿Qué casa me podrían edificar?, dice el Señor. ¿Cuál sería el lugar de mi descanso? (Hecho de los Apóstoles 7, 49)

  • Después se dejó ver por más de quinientos hermanos juntos, algunos de los cuales ya han entrado en el descanso, pero la mayoría vive todavía. (1º Carta a los Corintios 15, 6)

  • Les decía que, al llegar a Macedonia, no tuve descanso alguno, sino más bien toda clase de dificultades; por fuera enfrentamientos, y por dentro temores. (2º Carta a los Corintios 7, 5)

  • y que a ustedes, los perseguidos, les dé el descanso con nosotros el día en que el Señor Jesús se manifieste glorioso y venga del cielo rodeado de su corte de ángeles. (2º Carta a los Tesalonicenses 1, 7)

  • Me enojé y declaré con juramento: No entrarán jamás en mi lugar de descanso. (Carta a los Hebreos 3, 11)

  • ¿A quiénes juró Dios que no entrarían en su lugar de descanso? A aquellos rebeldes, por supuesto, (Carta a los Hebreos 3, 18)

  • Cuidémonos, pues; no sea que alguno de ustedes deje pasar esta oferta de entrar en el descanso de Dios y no lo alcance. (Carta a los Hebreos 4, 1)

  • Es preciso, pues, que creamos, si queremos entrar en el lugar de descanso recién mencionado: Por eso me enojé y declaré con juramento: No entrarán jamás en mi lugar de descanso. Aquí se trata del descanso de Dios después de la creación del mundo. (Carta a los Hebreos 4, 3)

  • Ya se habló de este descanso a propósito del día séptimo: Y Dios descansó de todas sus obras el día séptimo. (Carta a los Hebreos 4, 4)

  • Aquí lo volvemos a encontrar: No entrarán jamás en mi descanso. (Carta a los Hebreos 4, 5)


“Menosprezai vossas tentações e não vos demoreis nelas. Imaginai estar na presença de Jesus. O crucificado se lança em vossos braços e mora no vosso coração. Beijai-Lhe a chaga do lado, dizendo: ‘Aqui está minha esperança; a fonte viva da minha felicidade. Seguro-vos, ó Jesus, e não me aparto de vós, até que me tenhais posto a salvo’”. São Padre Pio de Pietrelcina