Encontrados 75 resultados para: pondré
Así dice Yavé: «Cuando se hayan acabado tus días y vayas a descansar con tus padres, yo pondré en el trono a tu hijo, fruto de tus entrañas, y afirmaré su poder. (2 Samuel 7, 12)
Ahora quiero edificar una Casa al Nombre de Yavé, mi Dios, según lo que Yavé dijo a mi padre: El hijo tuyo, que yo pondré en tu lugar sobre tu trono, me edificará una Casa. (1 Reyes 5, 5)
yo daré cuanto deseas en madera de cedro y de ciprés. Mis servidores los bajarán desde el Líbano hasta el mar, yo los pondré en balsas y los llevaré al lugar que me mandes; allí los soltarán y tú los cargarás. Yo desearía que me los pagues con víveres, que me proporcionarás para mi casa.» (1 Reyes 5, 9)
Mi padre los trató duramente, pero yo los trataré peor. Mi padre los azotaba con látigos y yo pondré a las cuerdas ganchitos de hierro.» (1 Reyes 12, 11)
Que nos den dos novillos; que ellos elijan uno, que lo despedacen y lo pongan sobre la leña para el sacrificio sin prenderle fuego. Yo haré lo mismo con el otro y lo pondré sobre la leña sin prenderle fuego. (1 Reyes 18, 23)
Y el espíritu respondió: Iré y pondré la mentira en la boca de todos sus profetas. Y Yavé dijo: Tú lograrás engañarlo, anda y hazlo. (1 Reyes 22, 22)
Te has levantado contra mí, he oído hablar de tu orgullo. Por eso, yo pondré mi anillo en tus narices, mi freno en tu boca, y voy a devolverte por el camino por el que has venido.» (2 Reyes 19, 28)
Levantó altares al dios Baal e hizo un tronco sagrado semejante al que había hecho Ajab, rey de Israel. Se arrodilló ante todas las estrellas del cielo y las adoró. Construyó altares en los patios de la Casa de Yavé, de la cual éste había dicho: «En Jerusalén pondré mi Nombre.» (2 Reyes 21, 4)
Incluso colocó el tronco sagrado de la diosa Aserá en la Casa de Yavé, a pesar de que Yavé había dicho a David y a Salomón, su hijo: «En esta Casa mía, en Jerusalén, que elegí de entre todas las tribus de Israel, pondré mi Nombre para siempre. (2 Reyes 21, 7)
Colocó el ídolo que había fabricado en la Casa de Yavé, de la cual había dicho Dios a David y a Salomón su hijo: «En esta Casa y en Jerusalén, que he elegido entre las tribus de Israel, pondré mi Nombre para siempre. (2 Crónicas 33, 7)
A pesar de que digo: «Voy a olvidar mis quejas, cambiaré de semblante y me pondré alegre», (Job 9, 27)
Yo me pondré de pie dentro de mi piel y en mi propia carne veré a Dios. (Job 19, 26)