Encontrados 182 resultados para: Ordenó
Luego el rey ordenó a Ierajmel, hijo del rey, a Seraías, hijo de Azriel, y a Selemías, hijo de Abdel, que apresaran a Baruc, el escriba, y a Jeremías, el profeta. Pero el Señor los mantuvo ocultos. (Jeremías 36, 26)
Entonces el rey Sedecías mandó poner bajo custodia a Jeremías en el patio de la guardia, y ordenó que le dieran cada día una rosca de pan de la calle de los Panaderos, hasta que no hubiera más pan en la ciudad. Y Jeremías permaneció en el patio de la guardia. (Jeremías 37, 21)
Cuando el Señor ordenó al hombre vestido de lino que tomara fuego de en medio del círculo, entre los querubines, el hombre avanzó y se detuvo al lado de la rueda. (Ezequiel 10, 6)
El rey ordenó a Aspenaz, jefe de sus eunucos, que seleccionara entre los israelitas de estirpe real o de familia noble, (Daniel 1, 3)
El rey se enfureció terriblemente a causa de esto, y ordenó ejecutar a todos los sabios de Babilonia. (Daniel 2, 12)
Entonces el rey Nabucodonosor cayó con el rostro en tierra, se postró delante de Daniel y ordenó que le ofrecieran oblaciones y perfumes de aroma agradable. (Daniel 2, 46)
Nabucodonosor se llenó de furor y la expresión de su rostro se alteró frente a Sadrac, Mesac y Abed Negó. El rey tomó la palabra y ordenó activar el horno siete veces más de lo habitual. (Daniel 3, 19)
Luego ordenó a los hombres más fuertes de su ejército que ataran a Sadrac, Mesac y Abed Negó, para arrojarlos en el horno de fuego ardiente. (Daniel 3, 20)
El rey sintió una gran alegría a causa de Daniel, y ordenó que lo sacaran del foso. Daniel fue sacado del foso, y no se le encontró ni un rasguño, porque había confiado en su Dios. (Daniel 6, 24)
Yo ordeno que en todo el dominio de mi reino se tiemble y se sienta temor ante el Dios de Daniel, porque él es el Dios viviente y subsiste para siempre; su reino no será destruido y su dominio durará hasta el fin. (Daniel 6, 27)
Jesús le dijo: «No se lo digas a nadie, pero ve a presentarte al sacerdote y entrega la ofrenda que ordenó Moisés para que les sirva de testimonio». (Mateo 8, 4)
Pero él les ordenó severamente que no lo dieran a conocer, (Mateo 12, 16)