Encontrados 346 resultados para: Reparación del Templo
porque Jerusalén será reconstruida, y también su Templo por todos los siglos! ¡Feliz de mí, si queda alguien de mi descendencia para ver tu gloria y celebrar al Rey del cielo! Las puertas de Jerusalén serán hechas de zafiro y esmeralda, y todos sus muros, de piedras preciosas; las torres de Jerusalén serán construidas de oro, y sus baluartes, de oro puro. Las calles de Jerusalén serán pavimentadas de rubíes y de piedras de Ofir; (Tobías 13, 17)
Un pánico indescriptible cundió entre ellos ante la presencia de Holofernes y temblaron por la suerte de Jerusalén y la del Templo del Señor, su Dios. (Judit 4, 2)
Hacía poco tiempo, en efecto, que ellos habían vuelto del cautiverio, y sólo recientemente se había congregado todo el pueblo de Judea y habían sido consagrados los objetos de culto, el altar y el Templo, antes profanados. (Judit 4, 3)
Y todos los israelitas que habitaban en Jerusalén, hombres, mujeres y niños, se postraron ante el Templo, cubrieron de ceniza sus cabezas y extendieron sus sayales ante la presencia del Señor. Cubrieron el altar con un sayal (Judit 4, 11)
Pero, cuando se desviaron del camino que les había señalado, fueron completamente exterminados en numerosos combates y deportados a una tierra extranjera: el Templo de su Dios fue arrasado hasta sus cimientos, y sus ciudades cayeron en poder de sus adversarios. (Judit 5, 18)
Por eso, hermanos, demos un buen ejemplo a nuestros hermanos, ya que su vida depende de nosotros, y lo más sagrado que tenemos, el Templo y el altar, también dependen de nosotros. (Judit 8, 24)
Entonces Judit se postró en tierra, esparció ceniza sobre su cabeza, puso al descubierto el sayal con que estaba ceñida e imploró al Señor en alta voz. Era la hora en que se ofrecía en Jerusalén, en el Templo de Dios, el incienso de la tarde. Judit dijo: (Judit 9, 1)
El pueblo prolongó los festejos durante tres meses delante del Templo de Jerusalén, y Judit permaneció con ellos. (Judit 16, 20)
Pero yo, por tu inmensa bondad, llegaré hasta tu Casa, y me postraré ante tu santo Templo con profundo temor. (Salmos 5, 8)
Pero el Señor está en su santo Templo, el Señor tiene su trono en el cielo. Sus ojos observan el mundo, sus pupilas examinan a los hombres: (Salmos 11, 4)
Pero en mi angustia invoqué al Señor, grité a mi Dios pidiendo auxilio, y él escuchó mi voz desde su Templo, mi grito llegó hasta sus oídos. (Salmos 18, 7)
Una sola cosa he pedido al Señor, y esto es lo que quiero: vivir en la Casa del Señor todos los días de mi vida, para gozar de la dulzura del Señor y contemplar su Templo. (Salmos 27, 4)