Encontrados 2509 resultados para: ala

  • Entonces ella, al exhalar el alma, cuando moría, le llamó Ben Oní; pero su padre le llamó Benjamín. (Génesis 35, 18)

  • Oholibamá le dio a Yeús, Yalam y Coré. Estos son los hijos que le nacieron a Esaú en Canaán. (Génesis 36, 5)

  • Los hijos de la mujer de Esaú, Oholibamá, hija de Aná, hijo de Sibeón, que ella dio a luz a Esaú, fueron éstos: Yeús, Yalam y Coré. (Génesis 36, 14)

  • Los hijos de Oholibamá, mujer de Esaú, fueron: el jeque Yeús, el jeque Yalam, el jeque Coré. Estos son los jeques de Oholibamá, hija de Aná, mujer de Esaú. (Génesis 36, 18)

  • Sus hermanos le dijeron: «¿Será que vas a reinar sobre nosotros o que vas a tenernos domeñados?» Y acumularon todavía más odio contra él por causa de sus sueños y de su palabras. (Génesis 37, 8)

  • Luego se sentaron a comer. Y levantando los ojos divisaron una caravana de ismaelitas que venían de Galaad, con camellos cargados de almáciga, sandáraca y ládano, que iban bajando hacia Egipto. (Génesis 37, 25)

  • Al oír su señor las palabras que acababa de decirle su mujer: - «Esto ha hecho conmigo tu siervo» - se encolerizó. (Génesis 39, 19)

  • Preguntó, pues, a los eunucos de Faraón, que estaban con él en presidio en casa de su señor: «¿Por qué tenéis hoy mala cara?» (Génesis 40, 7)

  • Pero he aquí que otras siete vacas subían detrás de aquéllas, de muy ruin y mala catadura y macilentas, que jamás vi como aquéllas en toda la tierra de Egipto, de tan malas. (Génesis 41, 19)

  • Y las siete vacas macilentas y malas se comieron a las siete vacas primeras, las lustrosas. (Génesis 41, 20)

  • Y las siete vacas macilentas y malas que subían después de aquéllas, son siete años; e igualmente las siete espigas flacas y asolanadas, es que habrá siete años de hambre. (Génesis 41, 27)

  • Luego me traéis a vuestro hermano menor; entonces se verá que son verídicas vuestras palabras y no moriréis.» - Así lo hicieron ellos. - (Génesis 42, 20)


“Se você não entrega seu coração a Deus, o que lhe entrega?” “Você deve seguir outra estrada. Tire de seu coração todas as paixões deste mundo, humilhe-se na poeira e reze! Dessa forma, certamente você encontrará Deus, que lhe dará paz e serenidade nesta vida e a eterna beatitude na próxima.” São Padre Pio de Pietrelcina