Encontrados 297 resultados para: animal muerto encontrado

  • No ofreceréis animal defectuoso, pues no sería aceptado. (Levítico 22, 20)

  • Nunca ofreceréis al Señor animal ciego, cojo o mutilado, ulcerado, sarnoso o herpético, como ofrendas para ser quemadas sobre el altar en honor del Señor. (Levítico 22, 22)

  • No ofreceréis al Señor animal que tenga los testículos aplastados, hundidos, cortados o arrancados; tales ofrendas no las haréis en vuestra tierra, (Levítico 22, 24)

  • El que hiera a una bestia mortalmente, la restituirá: animal por animal. (Levítico 24, 18)

  • El que no tuviere rescatador, podrá él mismo, cuando haya encontrado con qué hacer el rescate, (Levítico 25, 26)

  • "Si el voto se refiere a animales que pueden ser presentados como ofrenda al Señor, entonces todo animal ofrecido en voto al Señor es sagrado; (Levítico 27, 9)

  • no se podrá cambiar o reemplazar ni uno bueno por uno malo ni uno malo por otro bueno; si un animal es cambiado por otro, los dos se hacen sagrados. (Levítico 27, 10)

  • Si se trata de animales impuros, que no pueden ser presentados como ofrenda al Señor, cualquiera que sea el animal, será llevado al sacerdote, (Levítico 27, 11)

  • No se escogerá entre lo bueno o lo malo, ni se podrá cambiar uno por otro; si se cambia, tanto el primer animal como el animal dado a cambio quedarán consagrados sin posibilidad de rescate". (Levítico 27, 33)

  • Si la persona perjudicada ha muerto y no deja pariente alguno a quien se pueda restituir, la restitución será para el Señor y en beneficio del sacerdote, además del carnero por el pecado mediante el cual se hará el rito de absolución sobre el culpable. (Números 5, 8)

  • y todos los israelitas murmuraban contra Moisés y Aarón. La comunidad entera decía: "¡Ojalá hubiéramos muerto en Egipto! ¿Por qué no moriremos en este desierto? (Números 14, 2)

  • Las víctimas se elevaron a 14.700, sin contar los que habían muerto a causa de Coré. (Números 17, 14)


“No tumulto das paixões terrenas e das adversidades, surge a grande esperança da misericórdia inexorável de Deus. Corramos confiantes ao tribunal da penitência onde Ele, com ansiedade paterna, espera-nos a todo instante.” São Padre Pio de Pietrelcina