Encontrados 51 resultados para: calles
Por eso se encendieron mi furor y mi cólera y consumieron las ciudades de Judá y las calles de Jerusalén, dejándolas convertidas en desolación y ruinas, como lo están actualmente. (Jeremías 44, 6)
¿Habéis olvidado acaso las maldades de vuestros padres, las maldades de los reyes de Judá y las de sus mujeres, vuestras propias maldades y las de vuestras mujeres cometidas en la tierra de Judá y en las calles de Jerusalén? (Jeremías 44, 9)
sino que haremos decididamente todo lo que nos hemos propuesto: quemar incienso y hacer ofrendas de vino a la reina del cielo, tal como hemos hecho nosotros y como hicieron nuestros padres, nuestros reyes y nuestros príncipes en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén. Entonces tuvimos pan hasta hartarnos, éramos felices y no veíamos desventuras. (Jeremías 44, 17)
"¿No ha sido acaso el incienso que quemasteis en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén vosotros, vuestros padres, vuestros reyes, vuestros príncipes y el pueblo del país lo que ha recordado el Señor, lo que le ha venido a la memoria? (Jeremías 44, 21)
Por eso caerán en sus calles sus jóvenes y todos sus guerreros perecerán aquel día -dice el Señor-. (Jeremías 50, 30)
¡Caigan muertos en el país de los caldeos, atravesados en las calles de Babilonia! (Jeremías 51, 4)
¡Arriba! Lanza gritos en la noche, a cada relevo de la guardia; derrama, como agua, tu corazón delante del Señor; alza tus manos a él por tus pequeños, que desfallecen de hambre en las esquinas de las calles. (Lamentaciones 2, 19)
Por tierra yacían en las calles niños y ancianos; mis doncellas y mis jóvenes cayeron a cuchillo; ¡has sembrado muerte en el día de tu ira, has degollado sin compasión! (Lamentaciones 2, 21)
¡Ay, cómo se ha deslucido el oro, se ha alterado el oro tan fino! ¡Están esparcidas las piedras sagradas por las esquinas de todas las calles! (Lamentaciones 4, 1)
Los que comían manjares exquisitos se mueren de hambre por las calles; los que se criaban entre púrpura yacen ahora en la basura. (Lamentaciones 4, 5)
Su rostro ahora es más oscuro que negrura, no se les reconoce por las calles; su piel está pegada a los huesos, seca como madera. (Lamentaciones 4, 8)
Vagaban por las calles como ciegos, tan manchados de sangre que ni se podían tocar sus vestiduras. (Lamentaciones 4, 14)