Encontrados 110 resultados para: extranjeros

  • Os la repartiréis como heredad entre vosotros y los extranjeros domiciliados en vuestro territorio que hayan engendrado hijos entre vosotros; consideraréis a éstos como ciudadanos israelitas, y con vosotros echarán suertes para obtener su parte en medio de las tribus de Israel. (Ezequiel 47, 22)

  • Los extranjeros devoran su fuerza sin que él se dé cuenta; se ha llenado de canas, pero él no lo ha notado. (Oseas 7, 9)

  • Siembran viento, recogerán tempestad; su grano no dará mies, ni la espiga dará harina; y si la da, los extranjeros la devorarán. (Oseas 8, 7)

  • Entonces sabréis que yo soy el Señor vuestro Dios, que habito en Sión, mi monte santo. Jerusalén será un lugar santo; no pasarán más por allí los extranjeros. (Joel 4, 17)

  • El día que estabas frente a él, cuando los extranjeros llevaban prisionero a su ejército y los extranjeros entraban por sus puertas y echaban suertes sobre Jerusalén, tú también eras como uno de ellos. (Abdías 1, 11)

  • Decidieron comprar con ellas el "campo del Alfarero" para sepultura de los extranjeros. (Mateo 27, 7)

  • Porque la promesa es para vosotros y para vuestros hijos, y también para todos los extranjeros que llame el Señor Dios nuestro". (Hechos 2, 39)

  • y les dijo: "Vosotros sabéis que a un judío le está prohibido juntarse con extranjeros y entrar en su casa. Pero Dios me ha enseñado a no llamar profano o impuro a ningún hombre; (Hechos 10, 28)

  • Todos los atenienses y los extranjeros residentes sólo se entretenían en decir o en oír novedades. (Hechos 17, 21)

  • Me debo por igual a griegos y a extranjeros, a sabios y a ignorantes. (Romanos 1, 14)

  • Está escrito en la ley: Hablaré a este pueblo en lenguas extrañas y por boca de extranjeros, y ni aun así me escucharán, dice el Señor. (I Corintios 14, 21)

  • De tal suerte que ya no sois extranjeros y huéspedes, sino que sois ciudadanos de los consagrados y miembros de la familia de Dios, (Efesios 2, 19)


“A pessoa que nunca medita é como alguém que nunca se olha no espelho e, assim, não se cuida e sai desarrumada. A pessoa que medita e dirige seus pensamentos a Deus, que é o espelho de sua alma, procura conhecer seus defeitos, tenta corrigi-los, modera seus impulsos e põe em ordem sua consciência.” São Padre Pio de Pietrelcina