Encontrados 50 resultados para: temas
No temas, pues no tendrás ya que avergonzarte; no te sonrojes, pues no serás ya confundida; olvidarás la afrenta de tu juventud y no te acordarás del oprobio de tu viudez. (Isaías 54, 4)
Y tú, siervo mío Jacob, no temas -dice el Señor-; no te espantes, Israel; yo te sacaré de tierras lejanas, y a tu descendencia, del país de su destierro. Jacob volverá a vivir tranquilo y en paz, sin que nadie lo inquiete. (Jeremías 30, 10)
Y tú no temas, siervo mío Jacob; ni tiembles, Israel. Mira, yo te libraré de tierras lejanas, y a tu descendencia de su país de exilio. Jacob volverá a vivir en paz y en seguridad, sin que nadie lo inquiete. (Jeremías 46, 27)
No, no temas, siervo mío Jacob -dice el Señor-, porque yo estoy contigo. Aniquilaré a todas las naciones donde te he dispersado; pero a ti no te exterminaré, aunque te castigaré como mereces y no te dejaré pasar nada. (Jeremías 46, 28)
Te acercaste el día en que te llamaba, me dijiste: "¡No temas!". (Lamentaciones 3, 57)
Y tú, hijo de hombre, no los temas ni tengas miedo de sus palabras. No temas, aunque te encuentres entre cardos y zarzas y habites en medio de escorpiones. No temas sus palabras ni te asustes de sus miradas, porque no son más que una raza de rebeldes. (Ezequiel 2, 6)
he hecho tu frente dura como el diamante, más dura que la roca. No los temas ni te asustes de ellos. Son una raza de rebeldes". (Ezequiel 3, 9)
Él continuó: "No temas, Daniel, pues desde el primer día que tú, con el fin de comprender, decidiste hacer penitencia ante tu Dios, fueron escuchadas tus palabras y, debido a ellas, he venido yo. (Daniel 10, 12)
Después me dijo: "No temas, hombre preferido por Dios, la paz sea contigo; sé fuerte y ten ánimo". Al hablarme así me sentí reanimado y dije: "Hable mi Señor, pues me has confortado". (Daniel 10, 19)
No temas tierra, alégrate y regocíjate, pues el Señor ha hecho grandes cosas. (Joel 2, 21)
Aquel día se dirá a Jerusalén: No temas, Sión, no decaigan tus manos. (Sofonías 3, 16)
Pero Jesús, al oírlo, le dijo: "No temas; basta que tengas fe, y se curará". (Lucas 8, 50)