Gefunden 218 Ergebnisse für: Mira

  • Alza los ojos hacia los cerros y mira: no hay lugar en que no te hayas prostituido. Junto al camino te sentabas para esperar, como la mujer árabe en el desierto, y manchaste tu país con tus prostituciones y tus crímenes. (Jeremías 3, 2)

  • Y dirán: «¡Ah, Señor Yavé! ¡Mira cómo nos has engañado, cuando afirmabas: Ustedes vivirán en paz; mientras que ahora estamos con la espada al cuello!» (Jeremías 4, 10)

  • Escucha, tierra, mira el castigo que voy a dar a este pueblo como fruto de su rebelión, pues no quisieron hacerme caso cuando les hablaba, y despreciaron mi Ley. (Jeremías 6, 19)

  • Derrama tu enojo sobre las naciones que no te conocen, sobre los pueblos que no han invocado tu Nombre. Mira cómo están devorando a Jacob y se lo comen hasta terminarlo. Ya le han arruinado su casa. (Jeremías 10, 25)

  • Levanta tus ojos, Jerusalén, y mira a los que vienen del norte. ¿Dónde está el rebaño que estaba a tu cargo, las ovejas que eran tu orgullo? (Jeremías 13, 20)

  • Yo exclamé: ¡Señor Yavé! Mira cómo los profetas andan diciendo: «Ustedes no verán la espada, ni sufrirán de hambre, sino que les voy a dar una paz que dure, en este lugar.» (Jeremías 14, 13)

  • Mira cómo me dicen: ¿Una palabra más de Yavé? ¡Que se cumpla, pues! (Jeremías 17, 15)

  • Atiéndeme, Yavé, mira lo que dicen mis adversarios. (Jeremías 18, 19)

  • Así como se mira con gusto estos higos buenos, así me voy a interesar por el bien de los desterrados de Judá, que eché de este lugar al país de los caldeos. (Jeremías 24, 5)

  • «Mira, yo soy Yavé, el Dios de todos los mortales; para mí nada es imposible. (Jeremías 32, 27)

  • Ahora mismo te quito las cadenas que tienes en tus manos. Si quieres acompañarme a Babilonia, ven conmigo, que yo te protegeré; si no te gusta, quédate. Mira, tienes todo el país a tu disposición; puedes ir a donde quieras o a donde te convenga. (Jeremías 40, 4)

  • Pues mira cómo te he hecho un pequeño pueblo, despreciado por los hombres. (Jeremías 49, 15)


“A ingenuidade e’ uma virtude, mas apenas ate certo ponto; ela deve sempre ser acompanhada da prudência. A astúcia e a safadeza, por outro lado, são diabólicas e podem causar muito mal.” São Padre Pio de Pietrelcina